ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

La cicatriz

Imagen
Fecha Publicación: 21/11/2023 - 22:30
Escucha esta nota

Podía haberlo dicho Ana Frank, la pequeña judía del famoso diario, o Anna Ajmátova que se tuvo que cambiar de nombre para escribir poesía. Pero lo dijo una muchacha de la villa de Pocsi, recordando su infancia: yo no soy sólo una cicatriz.
Hay una grieta en todo, así es como entra la luz, leyó el poeta Leonard Cohen, en uno de los bares de la vieja Montreal. Sin heridas no hay cicatrices y sin cicatrices no hay experiencia. Por ello mismo, Ortega señalaba que la vida es un naufragio y que él no creía sino en los pensamientos de los náufragos. La sabia naturaleza nos demuestra que una ostra que no fue herida de alguna manera, no produce perlas, pues la perla es una herida cicatrizada. Las perlas son hechuras del dolor, resultados del ingreso de una sustancia extraña o indeseable en el interior de la ostra.
La muchachita se había caído de la bicicleta cuando era niña. Con los años, ya maestra, les decía a sus alumnos: ¿veis mi rodilla? Aún está allí la cicatriz, pero yo no soy sólo esa cicatriz. Soy un cuerpo y un alma que han aprendido que caerse, es parte de la vida, pero levantarse es el todo y en todo sentido y aspecto. Ella sabía, como Hemingway, que el mundo nos rompe a todos, pero que luego algunos se hacen más fuertes en las partes rotas.
El filósofo Francis Bacon, que sostenía que la verdad sólo puede ser alcanzada a través de la experiencia, dijo también que no hay una belleza realmente excelsa que no tenga una anomalía en sus proporciones. La cicatriz es una anomalía, pero no hay excelsitudes sin ella. Una leyenda florentina cuenta que Miguel Ángel, asombrado por su propia perfección en la escultura La Piedad, le golpeó la rodilla con un martillo gritándole: por qué no hablas.
Una sabia tradición japonesa es ilustrativa al respecto: su técnica de restauración de cerámicas que implica la reparación de la fractura, grieta o rotura de la pieza, con resina de oro, una forma de darle a la cicatriz, la importancia que tiene en el aprendizaje de la vida y en su valoración. La cerámica somos nosotros. Las fracturas, heridas provocadas por el diario vivir que muchas veces nos lastiman e, incluso, nos rompen. La resina de oro o plata o besos nos vuelve a presentar ante el tiempo, “rotos pero enteros”, como escribió el poeta uruguayo Mario Benedetti.
¿Qué queda de los golpes? Una cicatriz. ¿Qué queda de los besos? Si acaso, una huella invisible, pero al mismo tiempo imborrable. Tal vez por ello, Miguel Hernández escribió: “Boca que desenterraste/ el amanecer más claro/ con tu lengua. Tres palabras/ tres fuegos has heredado:/ vida, muerte, amor. Ahí quedan/ escritos sobre tus labios.”
Vida, muerte, amor. Ahí quedan invisibles pero imborrables.

Jorge.alania@gmail.com

Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.