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La Comisión «Ayudín»

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Fecha Publicación: 27/06/2023 - 22:40
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La ética en el Congreso es para algunos legisladores una palabra de cinco letras que no significa nada. Otros, por conveniencia, la ningunean. Unos pocos la respetan y por sus actos se diferencian, pero deben sentirse frustrados ante tanta mediocridad.

Lamentablemente en el Congreso hay poca carne y mucha grasa. Al ser evaluado, en su conjunto, no diferencia a los buenos congresistas de los malos que, en su mayoría, han demostrado ser improvisados y oscuros personajes que fueron elegidos por los mismos que ahora los critican.

La Comisión de Ética, por sus controvertidas resoluciones, especialmente con los “mochasueldos”, ha mostrado poca voluntad para aplicar con firmeza sanciones que impongan respeto a los principios y valores que deberían regir la actividad de nuestros legisladores. Tan descarado es el blindaje que ésta podría ser rebautizada como la Comisión “Ayudín”, porque sus integrantes, salvo honrosas excepciones, parecieran haberse puesto de acuerdo para ayudar a “limpiar” los malos actos de sus congresistas y archivar las denuncias. La ciudadanía está indignada ante la permisividad de un variopinto grupo que se habría coludido para apañar trapacerías y reducir sanciones. Sin duda debe ser la comisión que más ha contribuido en el deterioro de la imagen del Congreso y su baja aprobación.

Los “mochasueldos” de ahora son la versión “mejorada” de imaginativos congresistas que, ante la incertidumbre que les genera la eventual pérdida de su curul, buscan ilegalmente mejorar su “alicaída” economía. Es bueno que los sueldos de sus colaboradores sean dignos. Lo malo es que se entreguen con trampa. Lo vergonzoso son sus argumentos para justificar y defender lo indefendible, cuando todo pareciera lucir como un perverso cupo que exigen abusivos “empleadores”.

El problema no es el Congreso, ni las comisiones creadas. Es la calidad moral de los elegidos para conformarlo y las personas designadas para integrar una comisión que algunos partidos políticos, hasta ahora, no le han dado la importancia que merece.

¿Qué más debe pasar para que los malos congresistas dejen sus curules? Al protegerse, unos a otros, parece que enfrentamos a un grupo organizado que busca impunidad para seguir lucrando a costa del Estado. Se deberían hacer cambios en el código de ética y el reglamento del Congreso para establecer procesos rápidos y sanciones más severas que consideren hasta el desafuero de los parlamentarios que cometan faltas tan graves como estas. La Comisión de Ética debería ser reemplazada por un Tribunal de Honor conformado por destacados excongresistas y exjueces cuya contribución sea ad honorem.

Si la Comisión de Ética fuera tan efectiva, como el famoso lavavajillas, ya habría sacado toda la “grasa” del Congreso y estaríamos orgullosos cantando al ritmo de su pegajoso jingle: “a los niños y ‘mochasueldos’… le pone fin”.

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