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La compleja relación entre EE.UU. y China tiene repercusiones mundiales

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Fecha Publicación: 29/09/2025 - 21:10
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Estamos en un proceso de transición hacia un mundo multipolar y profundamente interconectado, con diferentes potencias compitiendo, con distintos grados de influencia en los asuntos mundiales, en una dinámica de necesidades cambiantes. Hay un desafío de China a la hegemonía norteamericana y una competencia compleja y multifacética, que se manifiesta en los ámbitos económico, tecnológico, militar, cultural, diplomático e ideológico, aunque hoy estén concentrados en la guerra comercial y en los aranceles, sin dejar de lado la discrepancia militar y geopolítica en el océano Pacífico, en el mar de China Meridional, en el continente africano y, por cierto, en América Latina.
Esta rivalidad está afectando la economía mundial y generando riesgos para la seguridad, la estabilidad y la gobernanza global.
El diálogo bilateral se ha reducido a la negociación de aranceles y acuerdos comerciales, con China buscando disminuir su dependencia económica de EE. UU., por ejemplo, asegurando proveedores alternativos de materias primas para garantizar sus cadenas de suministro.
Por otro lado, las medidas tarifarias adoptadas por Estados Unidos frente a algunos de sus más importantes socios comerciales están causando distanciamiento con algunos de ellos.
Es aún pronto para estimar si esas acciones resultarán en una reestructuración del orden económico mundial, con una deuda menor para ese país y un sistema comercial más balanceado o si, por el contrario, estamos encaminándonos a una depresión económica, con fuerte inestabilidad financiera.
Lo que ocurra en Estados Unidos tendrá repercusiones mundiales, por el peso de su economía y porque el dólar actúa, en términos prácticos, como la moneda de refugio.
Hay una competencia sistémica entre dos modelos de desarrollo y gobernanza. El chino, basado en un poder central y en la planificación a nivel estatal y a largo plazo, con un impulso muy fuerte al desarrollo empresarial; y el norteamericano, donde la participación del Estado es menor y las empresas definen cómo y dónde actúan y se desarrollan. Y con el actual gobierno, esta visión es llevada al extremo.
La iniciativa china de la Franja y la Ruta es un megaproyecto de infraestructura que conecta Asia, Europa, África y América, y tiene el propósito de asegurar recursos para mantener un dinámico crecimiento de su economía.
En el plano multilateral, hay también intentos por cambiar el balance mediante la creación de plataformas como el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura y el uso del yuan como moneda internacional. El acercamiento de China con los países BRICS es otro plano de confrontación, que ha sido objeto de poco veladas amenazas de retaliación por parte de EE. UU.
En América Latina también hay enfrentamiento y rivalidad. China es el principal socio comercial de varios países como Brasil, Chile y Perú, y continúa haciendo importantes inversiones en infraestructura y minería, da financiamiento en condiciones favorables y promueve acuerdos tecnológicos.
Para el Perú, China y Estados Unidos son importantes socios, por lo que nos interesa resguardar la relación bilateral con ambos, con una postura pragmática y de neutralidad activa, manteniendo equilibrio en nuestra política exterior, maximizando los beneficios de la asociación con los dos países.
Debemos preservar la autonomía de las decisiones del Estado frente a la dinámica de confrontación, sin abdicar de nuestros compromisos globales ni de nuestra vocación permanente de cooperación.
Al mismo tiempo, corresponde a la diplomacia peruana seguir cumpliendo un papel activo y de alerta permanente para prevenir y mitigar los impactos de tal confrontación, en defensa de los intereses de nuestro país.

Por Hugo de Zela Martínez 

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