La constituyente, la turba "destituyente" y el poder "prostituyente"
A diario vemos en las calles a peruanos indignados formando parte de la turba que exige, sin argumentar, un referéndum para cambiar la Constitución vigente. Lo que parece no saben es que la carta magna se puede modificar desde el Congreso en cualquier momento, parcial o totalmente. Se necesitan puntos de coincidencia, buena voluntad y votos. No es necesaria una Asamblea Constituyente.
Cambiar la Constitución, la principal promesa de campaña de Perú Libre proclamado ganador del proceso electoral, sólo tuvo el respaldo del 20% de los peruanos. Sus 37 legisladores, en un Congreso fraccionado, no pudieron mantenerse unidos, ni tampoco mostraron capacidad para sumar fuerzas con otras bancadas para intentar modificarla.
Durante los dieciséis meses que el país estuvo sin cabeza y sin rumbo, una coherente minoría en el Legislativo puso el pecho para defender la democracia ante la deslealtad y desbande de congresistas de diversas bancadas democráticas que solapadamente forjaron una informal mayoría en el Congreso para blindar al corrupto expresidente. En vez de mostrar interés en poner en marcha sus anhelados cambios a la Constitución, parecieron más preocupados en ir tras el botín.
Las legítimas aspiraciones de Dina Boluarte y los 130 congresistas de cumplir su mandato constitucional hasta julio 2026, no son compartidas por una exacerbada turba que intolerante exige que se vayan todos y se convoque a elecciones generales. Las protestas, nada pacíficas, y sus lamentables muertes atemorizaron a Dina Boluarte que retrocedió aceptando el adelanto de elecciones, poniendo en la cancha del Congreso su aprobación. Algunos pocas bancadas y sus congresistas han mostrado desprendimiento apoyando la forzada propuesta. Pero es evidente que la mayoría, con la Constitución en la mano, tratará de hacer respetar su constitucional derecho de mantener su curul.
Lamentablemente hay grupos que han cogobernado nuestro país por más de quince años, sin haber ganado una elección y buscando recuperar el poder perdido son capaces de pactar con el diablo para no perder sus “beneficios”. Tienen aliados en los círculos de poder. Ya lo demostraron antes, azuzando la calle para salir de Merino e imponer a Sagasti. Movieron sus hilos para perseguir a los adversarios políticos de los gobiernos que apoyaron. Blindaron a Vizcarra en su momento más difícil. Ahora exigen que Dina renuncie.
La ambición de poder prostituye. Hoy, parecen haberse aliado con la izquierda radical para acceder al poder por la fuerza. La constituyente es sólo parte de su “narrativa” para lograr sus objetivos políticos.
Mientras la calle está caliente, ejercen presión mediática para destruir al Congreso, pretenden sacar del medio a Otárola y dejar sola a Boluarte que presionada por la turba “destituyente” podría renunciar, acortando así el camino hacia unas nuevas elecciones, sin hacer reformas, ni necesitar del Congreso.
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