La Cortina de Hierro
El 5 de marzo de 1946, en la pequeña ciudad de Fulton, Estados Unidos, con ocasión de una ceremonia académica en una universidad de poca importancia, el ex primer ministro británico Winston Churchill, acompañado del entonces presidente norteamericano Harry S. Truman, pronunció uno de los discursos más importantes del siglo XX. Así dijo textualmente:
“Desde Stettin en el Báltico a Trieste en el Adriático, ha caído sobre el continente europeo una cortina de hierro. Tras ella se encuentran todas las capitales de los antiguos Estados de la Europa Central. Varsovia… Todas estas famosas ciudades y sus poblaciones, así como los países en torno a ellas, se encuentran sometidos al control de la Unión Soviética”.
Dicho discurso, que impresionó a todos quienes lo habían escuchado, en particular al presidente Harry S. Truman, tuvo, sin embargo, una acogida muy negativa. La mayor parte de la prensa norteamericana lo criticó implacablemente como un llamado a la guerra con el antiguo aliado soviético. Se dijo precipitadamente que Churchill deseaba iniciar una confrontación con la Unión Soviética para hundir al mundo en una tercera guerra mundial, menos de un año después de que la anterior había terminado.
En Estados Unidos aún quedaba la imagen simpática del “tío Joe Stalin”, con su pacífica sonrisa detrás de su bigote. La realidad, sin embargo, era muy distinta: el régimen comunista, bajo su liderazgo, era una tiranía opresora que mataba y encarcelaba implacablemente a todo aquel opositor que se negaba a aceptar su siniestra tiranía.
Apenas dos años después comenzó el bloqueo de Berlín, sorteado con un puente aéreo, pudiéndose ver que el mundo estaba dividido en dos bandos. Los Estados Unidos organizaron con sus socios europeos la Organización del Atlántico Norte, mejor conocida como la OTAN (que también incluía al Canadá). El Partido Comunista Chino, en 1949, al mando de Mao Tse-tung, triunfó en la guerra civil de ese país. Apenas un año después se inició la guerra de Corea, con una duración de tres años, que paró la agresión comunista desatada por Mao Tse-tung, pero que en la práctica concluyó en un armisticio aún vigente, en virtud del cual Corea se dividió en dos mitades: el norte comunista y el sur democrático.
Así pasó el tiempo. Entre 1989 y 1991, el comunismo se desmoronó en Europa y la Unión Soviética se dividió en 16 repúblicas, Rusia la más importante. Estados Unidos parecía el triunfador indiscutible, pero no fue así. La República Popular China surgió como un poderoso rival en los campos económico, militar, científico y tecnológico, y el dictador de Rusia, Vladímir Putin, que la gobierna desde el año 2000, invadió Ucrania para convertirla en lo que había sido antes: un estado vasallo del gran imperio ruso, como punta de lanza para amenazar a la Unión Europea, así como a la OTAN.
¿Cuál será el desenlace? No lo sabemos, excepto que el mundo vive en peligro de una guerra nuclear.
Hay algo que deseo mencionar: hubo un peruano que mencionó a la “cortina de hierro” antes de Churchill. Fue Víctor Andrés Belaunde en su libro La Conferencia de San Francisco, publicado en 1945. Así dijo:
“Si Rusia pretende que los países que ocupa deben permanecer exclusivamente bajo su dominio, estarán sometidos a una cortina de hierro, que los hará impermeables a los factores exteriores y tendremos una paz aparente y vergonzante, grávida de los más grandes peligros”.
¿Por qué la coincidencia? A veces los hombres notables tienen el mismo pensamiento para beneficio de la humanidad.
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