La cubanización del Perú ya parece inevitable

Una sociedad es fallida, si actúa indiferente frente el peligro que implica no reaccionar con decisión, energía y, fundamentalmente, con oportunidad, ante las amenazas de un régimen representado por Pedro Castillo, neófito autorreconocido que preside el Perú practicando el comunismo. Un inepto que acata el ideario elaborado por Vladimir Cerrón, que ilicítamente lo validara el Jurado Nacional de Elecciones como su “plan de gobierno”. Castillo es un sindicalista que públicamente admite no saber gobernar. ¡Pero tampoco sabe expresarse! Ni leer lo que le escriben. ¡Más aún, no entiende cuál es su rol! Porque, repetimos, el libreto que sigue se lo relata un recalcitrante marxista apellidado Cerrón, que durante dieciséis años fue entrenado en Cuba. ¡Con ese manual Pedro Castillo ha logrado destrozar el Estado de Derecho, quebrantar la Democracia y acabar con la estabilidad económica! Es decir, implantar los fundamentos del credo comunista. Esto significa tensar al extremo las diferencias que hay en toda sociedad democrática, con el propósito de soliviantar a las capas populares para generar un clima de revolución social, como ocurrió en 1917 en Rusia, 1959 en Cuba, o 1992 en Venezuela.

Todo arrancó con una feroz campaña para liquidar al sector empresarial, apuntando primero al gremio minero, principal fuente de recursos fiscales y divisas internacionales; sumemos a aquello desatender las medidas de prevención que debió adoptar este gobierno para enfrentar las secuelas de una crisis financiera-económica mundial; y por si fuese insuficiente, agudizar los problemas del sector emprendedor provocando la desinversión, la apatía y, finalmente, el colapso productivo, cuyo primer logro es el desabastecimiento y el encarecimiento. ¡El mayor castigo para la sociedad! Aplicando estas recetas, el hombre de paja de Vladimir Cerrón ha llevado al caos al Perú en apenas ocho meses de gestión.

¡De todo esto, amable lector, la sociedad peruana fue advertida por la prensa libre! Sin embargo, salvo el destacable ejemplo de pocos sectores sociales, la ciudadanía no ha protestado como se esperaba por el daño que ha sufrido. ¡Flagrante demostración de indolencia e indecisión! ¡Porque esta película ya la ha visto, encarnada en lo que le ha sucedido al pueblo de Venezuela! Y conoce el resultado que le espera. No obstante, la sociedad peruana lamentablemente continúa caminando ciega, rumbo al precipicio del desastre, dejándose llevar por una banda de miserables que, basados en la mentira, le ofrecen el paraíso cuando saben que es el infierno. Igual a lo que pasó en Venezuela y antes en Cuba. Los partidos políticos dizque democráticos –Acción Popular, Alianza para el Progreso y Podemos– son los grandes culpables de esta miopía del ciudadano peruano; al igual que aquella mafia de medios de comunicación que, como los partidos políticos, también se han vendido a sucesivos gobiernos.

Las cosas ya llegaron al límite, amable lector. No habrá renuncia presidencial, tampoco vacancia ni acusación constitucional. Sólo quedaría que la Fiscalía y la Justicia hagan su deber, denunciando y procesando a Pedro Castillo, por las múltiples evidencias de corrupción que lo implican en graves delitos. Caso contrario, mejor apaguemos la luz.

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