La cumbia, el mate burilado
La cumbia es la música, el mate burilado, de la formación del peruano como sujeto moderno. Es más, la cumbia es el Perú. La cumbia siempre fue clasista. La cumbia acompañó la construcción de la clase media. Este artículo dialoga con el libro de Miguel Laura (2021): “Historia de la cumbia peruana”. Lima: Tarea Asociación Gráfica Educativa. Laura ha escrito un libro excelente, aunque, sobre la cumbia se ha escrito poco. Apenas tenemos “Chicha power: el marketing se reinventa”, de Jaime Bailón y Alberto Nicoli; e “Historia de la cumbia peruana. De la música tropical a la chicha”, de Jesús Cosamalón. El desborde popular, de José Matos Mar, El otro sendero, de Hernando de Soto, debían incluir la música, y más exactamente la cumbia. La cumbia es la música de la migración, y del proceso social de la segunda mitad del siglo veinte. Laura define a la cumbia sociológicamente: “Es el género musical que nació de las entrañas de los pueblos y barrios más humildes, donde los compositores, hijos de obreros y campesinos, fueron esculpiendo las letras y melodías de bellas canciones, que hoy se exportan al mundo entero y es un medio de identidad nacional que une a los peruanos y también una forma de resistencia contra el ingreso de otros ritmos foráneos que no aportan nada en afirmar nuestra cultura y orgullo nacional”.
La cumbia es un canon burilado, un folclore. Los sonidos de la cumbia son del norte, del ande y de la selva. Por la selva, tenemos a Juaneco y su combo, y Los Mirlos. La cumbia del norte se caracterizó por los instrumentos de viento, como la trompeta; y la cumbia serrana, por la guitarra eléctrica y los sintetizadores. La cumbia y la chicha no son los mismo. En todo caso, la chicha es un género de la cumbia. Nuestras diversas cumbias, por supuesto, tienen también diversas recepciones musicales. Entre las extranjeras, tenemos a la rítmica cubana, la cumbia colombiana, el sanjuanito y el pasillo ecuatorianos; y, entre las nacionales, tenemos al huayno. Por el norte, tenemos al Grupo 5, Agua Marina, Corazón Serrano, y Caribeños, de Guadalupe, Pacasmayo, mi tierra. Por el ande, en específico por la sierra central, tenemos a Los Shapis. Es más, la territorialización de la cumbia es tal, que, hasta podría hablarse de la geopolítica de la cumbia en Lima: La cumbia norteña se asienta en la panamericana norte, y tiene su epicentro en El Huaralino; y, la cumbia andina se afinca en la carretera central, y tiene su epicentro en El Encanto de la Selva. En verdad, en la Carpa Grau también se estaba refundando el Perú. La competencia radial y cultural se daba entre Radio Inca, y Radio Mar Plus. A fines de los años 80 del siglo pasado se llevó a cabo un duelo de popularidad en el estadio nacional, entre la cumbia y la salsa, y, por supuesto, ganó la cumbia. Por supuesto, la mayor protesta la canturreó Tongo, con su canción “La pituca”, compuesta en idioma “tonglish”, con un inglés mal pronunciado. Eloy Jáuregui, para definir la cumbia, a partir de la cultura, sugiere la metáfora de “un mate burilado de sonidos de la identidad”. Miguel Laura, para definir la cumbia, a partir de la espiritualidad, sugiere que existe “poesía auténtica en la cumbia”. La cumbia es el mate burilado de la identidad peruana.
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