La decepcionante sociedad peruana
Nadie repondrá el costo de la descomunal pérdida de valor de la propiedad inmobiliaria, de la industrial, de la minera, del comercio que han sufrido los peruanos. Hablamos del patrimonio que han perdido desde los más pobres al más poderoso, producto del colapso económico/financiero que ha desatado la presencia en el gobierno de una organización criminal, que dirige el mismo presidente de la República en connivencia con su esposa, hija putativa, cuñados, etc., tal cual lo sostiene el propio Ministerio Público. No, amable lector. La mayor parte de este patrimonio se ha evaporado. Porque a nivel mundial, el Perú ha perdido la confianza de los grandes y medianos inversionistas, reflejándose aquello en la descapitalización de todo el empresariado privado. Sin embargo, parte de este gigantesco menoscabo que ha sufrido usted, amable lector (y continuarán sufriendo los peruanos -de rey a paje), ha pasado a manos de la organización criminal que dirige, según la Fiscalía, Pedro Castillo Terrones, dedicada a robarle al Estado vía licitaciones o cuanta actividad delincuencial le sea posible intervenir a través del gobierno. ¡Pero la pérdida patrimonial de los peruanos no queda allí! Los castillos, cerrones, bellidos, bermejos y demás miembros de esta cleptocracia andina, como sucede en todos los regímenes totalitarios sudacas, se dedicarán a medrar del Estado y, consecuentemente, a empobrecer todavía más tanto al millonario como al más pobre. No obstante, parece que la mayoría de los afectados cree que así es la vida, siempre y cuando el asalto a su patrimonio lo haga un gobierno de izquierda. Sobre todo, uno comunista, como el que encabeza Pedro Castillo.
En este caso, comprobamos que no existen protestas ni levantamientos, tanto de las clases desfavorecidas como de las privilegiadas. ¡Solo hay silencio y sometimiento! Con el agravante que este gobierno de asaltantes no sólo roba a más no poder, sino que transformará las estructuras sociales y políticas de nuestra patria para convertirla en otro Estado totalitario, regido por códigos marxistas impuestos por una organización bolchevique que dinamite la libertad. ¡Tal como hace más de seis décadas ocurrió en Cuba y 20 años atrás en Venezuela! Expresamos, una vez más, nuestra indignación ante la cobardía, la repulsa y la decepción que produce comprobar que, tanto peruanos ricos al igual que pobres, no protesten ni menos aún se rebelen contra esta cleptómana tiranía andina.
Apostilla. El plagio es una práctica imperdonable en el periodismo. Por ello repudiamos el hecho que Augusto Álvarez Rodrich plagie un artículo del periodista Aldo Mariátegui aparecido el 16 de este mes, cambiando apenas la fraseología, pero manteniendo intacto el fondo del texto que había publicado cuatro días antes el autor del artículo. El título del mismo lo dice todo. El del original, de Mariátegui, fue: “Es un ladrón, pero es nuestro ladrón”. Mientras el plagiado dice “OK, roba, pero este ladrón es nuestro”. Sucede casi exactamente igual a lo largo de todo el contenido. ¡Incluso incorpora la mención al dictador Somoza descrita en el texto de Mariátegui! Mis respetos a Aldo Mariátegui. ¡Mala nota, señor Álvarez Rodrich!
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