La (de)construcción del Perú
Somos un país en crisis. El debate sobre la identidad de la nación peruana tiene que buscar asidero en nuestra complejidad y diversidad, para salir del caos circundante y asumir con firmeza nuestra pluriculturalidad y así dejar de ser un país fragmentario.
En el Perú se hablan cuarenta y siete lenguas indígenas, la mayoría de ellas en la Amazonía y varias en proceso de extinción. A pesar de que el quechua y el aimara ahora están en una posición privilegiada (Google y las empresas telefónicas ofrecen sus servicios en estas lenguas), las naciones amazónicas son todavía invisibles para el “Perú oficial”.
A pesar del ímpetu del Estado peruano por desarrollar la educación intercultural bilingüe, continuamos siendo un país dividido. En la actualidad discutimos acerca de cómo controlar la corrupción liderada por un maestro y profesor rural, empero no debemos olvidar que a partir de la década del cincuenta se inició una gran migración andina hacia la costa, que al principio fue satanizada pero que finalmente reconfiguró a la Lima de hoy.
Sin embargo, en medio de la grave corrupción y crisis moral que atraviesa el Perú, me atrevería a decir que en el desfile de escándalos, investigación y procesos penales contra varios expresidentes, exalcaldes, expresidentes regionales y demás funcionarios públicos, cada día se refuerza más la idea de que la corrupción se esparce como un virus en la sombra, desde donde se teje y desteje el futuro incierto del Perú.
Creo que tenía razón Jorge Basadre al decir que el Perú es un problema y posibilidad, no obstante la frase atribuida a Antonio Raimondi sigue resonando: “El Perú es un mendigo sentado sobre un banco de oro”.
La historiadora Carmen Mc Evoy, presidenta del consejo consultivo del Proyecto Especial Bicentenario, de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) opina que el Perú es una “república agrietada”, llena de contradicciones, pero hay esperanza en gente muy valiosa y en el papel de la ciudadanía. (https://tinyurl.com/3uf6tkp8)
Como sociólogo, reivindico el papel de la Historia. Obligatoriamente tenemos que repensar, replantear, rehacer el Perú.
El año 2021 en un artículo titulado “Bicentenario del Perú: buscando el rumbo” señalo sobre el Perú actual: “No tenemos en el Perú una clase política que entienda que el servicio al país es lo primero. Y muchos que se autoproclaman ‘outsiders’, sólo buscan acumular dinero y poder, lanzándose a la arena política ya sea mediante la candidatura a una alcaldía, gobernación regional, Congreso de la República o a la presidencia del Perú”.
El perjuicio es muy grande, no solamente porque hay recursos del tesoro público que se despilfarra de manera inadecuada, sino porque representa un mal ejemplo para los niños y jóvenes. Por un lado, se sigue celebrando el Bicentenario de la Independencia, pero por la otra orilla somos el escenario de una tragedia moral.
Manuel González Prada afirmó hace cien años que “el Perú es un organismo enfermo: donde se pone el dedo, salta la pus”, y el propio José Carlos Mariátegui dijo sentirse “nauseado de política criolla”.
La solución repetimos, no es sólo la sanción judicial a los que resulten responsables, sino comenzar a construir un país con valores, con disciplina, con igualdad de oportunidades para todos, con progreso económico e inclusión social. ¿Hacia dónde vamos?
(*) Escritor, sociólogo y analista político. Consultor Internacional en Derechos Humanos para VIACTEC.
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