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La democracia «real» de Wang Ji

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Fecha Publicación: 18/06/2022 - 22:58
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Según Bloomberg, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Ji, ha declarado que Pekín trabaja para promover la democracia “real”. China está dispuesta a promover en la comunidad mundial esta democracia basada “en las condiciones de cada una de las naciones”, dijo Wang Ji en comunicado oficial.

En alusión a la política exterior de Estados Unidos que otorga prioridad absoluta a la instauración de la democracia en todos los continentes, sostuvo que “monopolizar” la definición de democracia para influir en otras naciones es una política “condenada al fracaso”. En realidad, el propio Departamento de Estado no aplica exactamente los mismos parámetros en todas partes. Exige por ejemplo a América Latina aproximadamente los mismos estándares que a Europa del Este, mientras en el Sudeste asiático o el Medio Oriente modera considerablemente esas exigencias por otras razones.

¿Qué significa, entonces, esta democracia “real” que propone el ministro de Relaciones Exteriores de China? Wang solo dijo que China debería “continuar haciendo contribuciones importantes a la gobernanza global” y que “la seguridad global no debe lograrse fortaleciendo a los militares”. Agregó que es necesario “salvaguardar el orden global con la ONU en su centro y con base en las leyes internacionales”. El lenguaje es oscuro, pero podemos especular que se refiere a alguna forma de tolerancia de los sistemas de gobierno “realmente” existentes.

Giovanni Sartori elaboró un fascinante espectro de sistemas de partido que puede orientar la especulación. Existen seis tipos de sistema: los de partido único, como lo fue la Unión Soviética y lo es hoy China también; los de partido hegemónico, donde hay elecciones, pero gana siempre el mismo partido con trampa. Estos sistemas no caen dentro de la democracia. Tres sistemas califican: los de partido dominante, donde gana un mismo partido sin trampa, como Japón de la pos guerra por muchos años; el bipartidismo del Reino Unido y varias de sus ex colonias, y desde luego EEUU. Y también el pluralismo moderado (no más de seis partidos) de Europa Occidental y parte de Europa Oriental.

Finalmente, está el pluralismo polarizado que, en el caso extremo, es también atomizado, como en la mayor parte de América Latina y el Perú. Esto plantea un serio problema.

Como se ve, el espectro de Sartori incluye desde el autoritarismo incluso el totalitario, hasta la demagogia populista del pluralismo atomizado. Reconocidos como democráticos son solo los tres mencionados partido dominante, bipartidismo y pluralismo moderado. ¿Son democracias cabales, sin embargo, aquellas otras donde las elecciones son groseramente manipuladas en las urnas o mediáticamente, dominadas por la corrupción mercantilista, sometidas solo caso por caso a la vigilancia de organismos internacionales politizados?

China se define a sí misma como una democracia “real” a pesar de no tener elecciones universales y secretas. Define la democracia como una meritocracia vigilada por el partido único. Con esto estima poder eludir la trampa del autoritarismo en que ha recaído Rusia luego de su paso por el caos del pluralismo polarizado. EEUU también practica su propia forma de tolerancia, sin embargo, cuando el autoritarismo es el de un miembro estratégico de la OTAN, como Turquía, o en el caso de Arabia Saudita y los emires del Golfo a causa del peso aún dominante del crudo en la economía global.

En el extremo del pluralismo polarizado y atomizado nos hallamos nosotros de lleno en casi toda América Latina. Recaemos cíclicamente en el autoritarismo solo para volver a la demagogia. Y, sin embargo, allí estuvieron también la Alemania de la República de Weimar, que incubó el totalitarismo nazi; la República Italiana antes del fascismo; la Segunda República española antes de la Guerra Civil; incluso Francia hasta la Quinta República en 1958.

Más allá de las recaídas en el autoritarismo y la demagogia está el salto cualiativo a la democracia cabal del pluralismo moderado que la mayoría de las naciones de Europa occidental han hecho con mayor o menor éxito. La transición requiere no solo de elecciones limpias, sino de equilibio de poderes, la pieza que hace posible la gobernabilidad al mismo tiempo. Esto es lo que falla entre nosotros.

Una cosa se puede decir de la democracia “real” de Wang Ji: es una variante de la “realpolitik” que han practicado siempre las grandes potencias. Una que puede ser, sin embargo, una mejor base para una política exterior más tolerante que exigir un estándar que nadie cumple cabalmente.

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