La desconfianza en la democracia representativa

El elevado número de partidos ya inscritos en el Registro de Organizaciones Políticas del JNE, y que se encuentran habilitados para presentar candidatos a la Presidencia y al Congreso de la República en las próximas elecciones generales, nos demuestra el alto grado de desconfianza que la población peruana tiene de las agrupaciones políticas que, vinculadas con el manejo de las decisiones del poder nos ofrecen, desde el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, un impresentable nivel de incredibilidad frente a la opinión ciudadana.

Razón por la cual, si tomáramos en cuenta el título del artículo del día de ayer del señor director de Expreso, cuando comenta la situación del presidente Biden como consecuencia del último debate con el expresidente Trump, y dice “La crisis de confianza…, y el futuro del Partido Demócrata”, calza con precisión lo que viene aconteciendo en el Perú, cuando nos encontramos, por lo menos hasta estos momentos, casi huérfanos de tener expectativas por saber quiénes serán los candidatos presidenciales, que con ciertas condiciones y antecedentes personales, suficientemente aceptables, además de estar apoyados o promovidos por verdaderos partidos políticos, sean los que compitan en los próximos comicios electorales en nuestro país, generando a su vez una real incertidumbre frente al futuro que nos espera a partir del siguiente periodo presidencial.

Alguna esperanza podríamos tener si supiéramos que los cabildeos que se vienen produciendo, para formar alianzas que eviten la dispersión de la votación, en lugar de únicamente armar fórmulas presidenciales y lista de candidatos al Parlamento, se desarrolle en atención a propuestas concretas que tenga cada partido político a fin de atender o solucionar la diversidad de problemas que tenemos a nivel nacional.

Que se sepa, no hay nada de eso (otros intereses están en juego) y, lo peor, pareciera que efectivamente no tienen alternativas viables de solución pararesolver la inseguridad ciudadana, la mala atención en la salud poblacional, la educación sin calidad ni capacidad de atender a todos los sectores, y la inestabilidad económica derivada de la falta de estabilidad política.

Por lo tanto, la desconfianza de la población peruana sigue siendo evidente. Este es el momento, y todavía estamos a tiempo, en el que debemos ya de exigir a las organizaciones políticas que nos presenten sus propuestas para saber qué y cómo van a trabajar para sacarnos en la situación en la que nos encontramos. El pueblo reclama saber a qué se van a comprometer sus futuros representantes; pues, es necesario que la demagogia y el populismo sean dejados de lado para dar paso a una conducta más pragmática y objetiva, evitando así inducir al elector a decidir equivocadamente cuando tenga que emitir su voto.

Esta es una tarea que les corresponde a todos los medios de comunicación y a los centros académicos superiores, requerir a los partidos políticos que den a conocer sus propuestas para difundirlas y analizarlas y, especialmente, ver la posibilidad de su aplicación y posibilidad de ser ejecutables; pues, esta es la mejor forma de orientar el debate que permita desarrollar la cultura política del pueblo, involucrándolo en el quehacer del funcionamiento de la administración del Estado. En ese sentido, la democracia no debe ser solo representativa, sino también participativa, de manera tal que, se entienda a la democracia no únicamente como una forma de gobierno, sino como una forma de vida política.

Además de la prensa y de los centros de formación profesional, corresponde a todos nosotros contribuir para hacer posible recuperar la confianza en nuestro sistema democrático, para hacerlo más viable y para encontrar el camino que nos lleve a lograr que el bien común, como finalidad del Estado, no se quede únicamente como una simple aspiración.

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