La dictadura biopolítica
El Perú vive una dictadura biopolítica. Los agentes, corporativos y hasta individuales, son los caviares y los médicos. Los primeros, por su relación tanática, tanto con los cuerpos de los políticos que se les oponen, como con la población en general; y, los segundos, por supuesto, por su relación salvífica con los cuerpos de los enfermos.
Como sabemos, todo es lenguaje: tal dictadura no se nota, porque tampoco se connota en la historia del pensamiento político nacional. Sin embargo, está presente en nuestra raza, salud, higiene, natalidad, longevidad; pero, también en nuestra acción política, y en nuestra interacción social en general.
Ocurre que este régimen es subyacente a nuestro proceso social y político. Más aún, podría afirmarse que nuestra república es históricamente biopolítica; pero, la coyuntura pandémica y post pandémica ha exacerbado el modelo, al punto de poder ser caracterizada como una dictadura biopolítica. Michel Foucault encuentra que la biopolítica, como política de gobierno, se inicia en el siglo XVIII.
No obstante, la biopolítica se hace determinante en los totalitarismos del siglo XX, y aún más en los del siglo XXI. Edgardo Castro, que es el filósofo latinoamericano que mejor ha estudiado a Foucault, sistematiza el canon de la biopolítica, y dice que ésta se ocupa de lo siguiente: “1) De la proporción de nacimientos y decesos, las tasas de reproducción, la fecundidad de la población; en una palabra, de la demografía; 2) De las enfermedades endémicas: de la naturaleza, la extensión, la duración, la intensidad de las enfermedades reinantes en la población; de la higiene pública; 3) De la vejez, de las enfermedades que dejan al individuo fuera del mercado del trabajo; también, entonces, de los seguros individuales y colectivos, de la jubilación; 4) De las relaciones con el medio geográfico, con el clima; del urbanismo y la ecología. En este sentido, se puede hablar de la biopolítica como de la regulación de la vida biológica de la población por parte del Estado”.
El más distinguido de nuestros foucaultianos tiene razón, pero se queda corto: Le faltó ocuparse de los caviares. El propio Castro nos explica la razón de la cortedad: dice que el maestro francés aborda la biopolítica desde cuatro ángulos: “el surgimiento de la medicina social, el derecho soberano, la transformación de la guerra de razas y la aparición de la gubernamentalidad liberal”. Es que al más importante de los foucaultianos le faltó ser metodológicamente infiel a Foucault.
La gubernamentalidad pandémica ha validado la biopolítica, como la categoría; pero la mentalidad disciplinaria caviar ha ampliado la categoría, hasta convertir la biopolítica en dictadura total. Por esta lógica: la dictadura biopolítica es, entre otros menjunjes, el resultado de la mezcla de Michel Foucault, Antonio Gramsci y otros estrategas principalmente del disciplinamiento. Volvamos a Castro, e intentemos la formación del concepto “dictadura biopolítica”, a partir de convertir en complementarias las diferencias entre biopolítica y disciplina.
Anota Castro: “1) En cuanto al objeto: la disciplina tiene como objeto el cuerpo individual; la biopolítica, el cuerpo múltiple, la población, el hombre como ser viviente, como perteneciente a una especie biológica; 2) En cuanto a los fenómenos considerados: mientras que las disciplinas se ocupan ·de los fenómenos individuales, la biopolítica estudia fenómenos de masa, en serie, de larga duración; 3) En cuanto a sus mecanismos: los mecanismos de las disciplinas son del orden del adiestramiento del cuerpo (vigilancia jerárquica, exámenes individuales, ejercicios repetitivos); los de la biopolítica son mecanismos de previsión, de estimación estadística, medidas globales; 4) En cuanto a la finalidad: la disciplina se propone obtener cuerpos útiles económicamente y dóciles políticamente; la biopolítica persigue el equilibrio de la población, su homeostasis, su regulación”.
Anoto yo, complementariamente: la dictadura biopolítica, en cuanto al objeto: se trata de tomar los cuerpos, tanto individuales como colectivos, para perseguirlos, encarcelarlos, y hasta suicidarlos; en cuanto a los fenómenos considerados: se trata de la reproducción social de la ideología de género y otros globalismos, principalmente de la escuela; en cuanto a sus mecanismos: se trata de ejecutar el lawfare, o la guerra judicial, el infoware, o la guerra de las comunicaciones, el cambio de constitución del Estado, o cambio de régimen político, y hasta de la secesión del país para constituir una república aimara; en cuanto a la finalidad: se trata del control de la población, incluso para transexualizarla, y hasta transhumanizarla. Foucault fue visionario, nos lo advirtió: asistimos a una “modernidad biológica”. Hoy, el Perú vive una dictadura biopolítica.
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