La elección en dos tiempos
Los antiguos griegos advirtieron que la democracia se degenera cuando se transforma en demagogia, cuando cae en manos de un caudillo carismático que convierte a los ciudadanos en súbditos, a los individuos en masa, manipulando sus necesidades y emociones. Por ello, los fundadores de los Estados Unidos idearon los colegios electorales, para desarrollar la elección presidencial en dos etapas; en la primera, los electores deciden con su voto qué partido consigue la totalidad del número de compromisarios de cada Estado, para que luego elijan al nuevo presidente en una Convención. Lo curioso es que el parlamentarismo europeo también representa una elección del gobernante en dos etapas, pues cada ciudadano vota por el candidato o por la lista de candidatos a diputado que corresponde al partido de su preferencia, dentro de su distrito electoral; solo al conocerse los resultados, el jefe de Estado encarga formar gobierno al líder del partido con más diputados, presentándose luego éste a la Cámara para solicitar el voto de investidura.
Los compromisarios norteamericanos, siendo activistas destacados de su partido, no están condicionados por ningún precepto legal que les impida elegir como presidente al candidato que perdió en el martes electoral, pueden hacer presidente a una persona que ni siquiera haya participado en las primarias; así también, si el líder europeo del partido con más diputados no logra consolidar una mayoría absoluta haciendo alianzas con partidos menores, abre la posibilidad de que otro diputado, de su partido o de un aliado menor, obtenga el consenso y el cargo de primer ministro. Todo esto está dirigido a evitar entregar el poder a quien pueda ser indigno de gobernar el país, no ya a ojos del elector común, sino de quienes conforman la sociedad política. En el Perú tenemos también dos etapas para elegir al presidente, pues la segunda vuelta presidencial permite eliminar al candidato que menos legitimidad merece de los electores que optaron, en la primera vuelta, por otras candidaturas.
Entregar el poder a una persona siempre fue una tarea compleja en toda comunidad política, en el absolutismo y en la democracia; peor cuando el país se ha polarizado tanto que la derrota deja de ser parte de la natural alternancia y decide la vigencia de valores irrenunciables de índole social o incluso religiosa; así, esta semana seremos testigos de la derrota de Biden o de Trump, representantes de maquinarias políticas que han radicalizado peligrosamente las posiciones de sus respectivos partidos, por lo que resultará imposible lograr acuerdos bipartidistas en el futuro inmediato.