La era del cobre
El jueves pasado, Café y Tendencias de Pacific Latam inició un nuevo ciclo de conferencias con la Cámara Canadá Perú. Su primer invitado: el banquero peruano José Gonzales, managing partner de GCG Advisors, una firma de banca de inversión especializada en finanzas corporativas con presencia en New York, Caracas, Lima y Panamá.
Gonzales, a quien robo el título de su presentación, sostiene que la era del cobre dibujará un nuevo orden mundial, provocado por el cambio de matriz energética que abandona la carbonización por la electrificación.
¿Por qué la era del cobre? Porque este mineral escaso en el mundo, y cuyo precio comienza a subir aceleradamente, es crucial para producir cableado y conectores que hagan realidad la transformación eléctrica. ¿Adivinan qué país tiene una de las mayores reservas probadas de cobre en el mundo? Exacto, el Perú. Seríamos muy tontos si dejamos pasar esta oportunidad.
El reto es generar mayores ingresos y traer bienestar y desarrollo para todos los peruanos. Este cambio de era explica la guerra Ucrania-Rusia, la disputa comercial entre Estados Unidos de Norteamérica y China, los conflictos al interior de la Comunidad Económica Europea, o las disputas en América Latina entre la Alianza del Pacífico, el Pacto Andino y Unasur por tener un rol protagónico en este ciclo político que acompaña la transición energética y el reacomodo del mundo tras la covid-19.
Otro dato es que la agenda global tiende a exigir a los países una mejor distribución de la riqueza. No es sostenible aquí ni en ninguna otra parte del mundo, que ésta no incluya a las mayorías. Si a esto sumamos la democratización del consumo que genera la evolución tecnológica y el avance de la inteligencia artificial, tendríamos que ser ciegos para no ver el cambio social que se viene dando a nivel global. Lamentablemente, unos pocos privilegiados adinerados se resisten a reconocerlo como un dato de la realidad. Pero los cambios se dan, aunque las minorías no quieran aceptarlo.
Un claro ejemplo es el dinero virtual y los bancos digitales. Estos reemplazarán a esa vieja banca tradicional que abusa de su posición de dominio y convierte la usura corporativa en un modus operandi oficial. El dinero virtual prescindirá de la innecesaria burocracia financiera que hoy alimentamos con nuestras deudas, y nos convertirá en agentes más libres y dinámicos, que tendrán en la mayor competencia digital, alternativas que terminarán sepultando a la banca tradicional.
La pregunta clave es… ¿Qué hacemos los empresarios frente a este cambio? La respuesta es simple: Cambiar el chip. Los grandes protagonistas de la nueva era serán la comunidad y los ciudadanos, sea en su versión trabajador, cliente, consumidor o usuario. Amigo empresario, pregúntese si está leyendo bien las señales de un futuro cercano que acompaña ya nuestro presente. Si está viendo lo mismo que nosotros… ¡Manos a la obra!
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