La esperanza en un futuro diferente
Por Edistio Cámere
Con la finalización de un año calendario y el comienzo de uno nuevo, reverdece en la propia vida el contenido y la fuerza de la esperanza. La esperanza de un futuro mejor es un valor trascendente en la existencia de una persona. Una persona necesita de hitos que señalen el comienzo y el final de un proceso. Empezar algo es casi como hacerse una promesa con la intención expresa de poner todos los medios para cumplirla. Quien es aficionado a principiar y dejar sin terminar algo, da noticia de ser voluntarioso. Mientras quien coloca la última piedra imprime su huella en las acciones que realiza porque las incluye en su biografía.
Más que intentar una definición de la esperanza, comentaré algunos de sus principales componentes de la mano del filósofo español Ricardo Yépez. El optimismo: el que espera, espera un mundo mejor, asume que éste es mejorable, por eso no se instala en el presente, sino en el trayecto que conduce a mejorar. Sin embargo, ir hacia lo mejor supone salir, ponerse en marcha para conseguirlo pues el futuro es mío, depende de mi esfuerzo, yo voy por él.
Si la esperanza se monta en el tránsito hacia el mañana; si lo mejor está por venir, entonces, construir el futuro se hace una tarea que impone como un deber, con una condición que en él sea mejor. El cumplir con la tarea nos exige saber con qué recursos se cuenta. Si en el hoy se tuviera todo lo necesario, lo bueno sería el presente. Más bien, los recursos son escasos y nunca suficientes y, el futuro no está asegurado, tiene riesgos, es incierto, puede no ser alcanzado; por tanto, como no se cuenta con todos los recursos, se precisa de ayuda. La ayuda es una dimensión irrenunciable del futuro esperanzador.
En el camino al futuro se precisa la ayuda acompañante que se presta o se recibe cuando media una decisión que asumir o una acción a realizar. Además de las ayudas de terceros, las contrariedades exigen fidelidad y adhesión a los objetivos trazados concomitantes a nuestra visión del futuro. El futuro presupone una persona distinta beneficiaria. La esperanza es incompatible con la soledad. El fruto, el futuro mejor, no puede ser para mí solo, es ofrecido a otros: en la familia, en el trabajo, en la sociedad.
La alegría: el que arriesga, convoca y está alegre, porque va hacia un gran objetivo. Cuanto más grande es la esperanza más beneficia a la realidad; aquella es pilar fundamental de la existencia porque es el modo humano de encarar el futuro. Para ser feliz hay que poner en juego la libertad y mezclarse con otros en tareas comunes que nos multipliquen y amplíen. El camino de la felicidad pasa por el tú y necesita tiempo y perseverancia. La esperanza es la clave para construir cada mañana diferente. Un mañana novedoso abre hacia a un futuro posible y materialmente viable. Pues, vamos por él, mejores de lo que fuimos en el presente.
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