La fe de los valientes
Queridos hermanos, estamos ante el Domingo XXVII del Tiempo Ordinario. Dice el profeta Baruc: “Hay violencia, surgen luchas y se alzan contiendas. Hermanos, es lo que estamos viviendo en esta coyuntura política, de enfrentamientos de uno con el otro”.
Levantémonos, porque el Señor no tarda, gritemos, pidamos y el Señor nos responderá. Interesante esta lectura cuando dice “El injusto tiene el alma hinchada…”. ¿Y de qué se hincha nuestra alma?, de soberbia, por el afán del poder, del dinero. Por eso, el justo es el que más feliz es, porque vive de la fe.
Luego, respondemos con el Salmo Responsorial 94: “Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor y no endurezcáis el corazón…No endurezcáis vuestro corazón como en Meribá, como el día de Massá en el desierto, donde me pusieron a prueba vuestros padres, me tentaron aunque habían visto mi obra”. Los Padres de la fe lo dicen, que lo que endurece el corazón del hombre, es el dinero.
En la segunda lectura dice san Pablo a Timoteo: “La vida es un don de Dios que recibiste con imposición de manos. Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, de timidez ante el anuncio del evangelio, sino una energía de amor y de juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor”. Hermanos, no seamos cobardes, prediquemos el evangelio en estos momentos que estamos viviendo en el Perú. Pon en práctica las palabras de nuestro Señor.
En el evangelio de San Lucas: “En aquellos tiempos dijo Jesús que aumente la fe”. Hay que arriesgarnos por la fe. Tantos problemas que tenemos, hay que saltar a la fe y pedirle a Dios que haga un milagro, porque a Jesús le gusta hacer milagros. Si tuviéramos fe, como un granito de mostaza, dirías arráncate de raíz y plántate en el mar. Suena increíble. Pues, eso es posible porque Dios obedece a los actos de fe. Dios hace milagros, a través de los hombres de fe. Hace falta, como dice la lectura creer y arriesgar. Anunciar el Evangelio en una sociedad como la nuestra es un acto de valentía, y quien escucha el mensaje, oye la Palabra, se trasforma. Muchos podemos dar fe de los milagros que viene haciendo el Señor. Basta con mirar a tantas familias transformadas, hombres y mujeres, que con su ejemplo nos muestra cómo Dios puede cambiar el corazón del hombre, cambiar su avaricia por humildad. Veamos la vida de los santos, que siendo hombres como tú y como yo, creyeron y arriesgaron.
Continúa el Evangelio: “¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: Pasa al momento y ponte a la mesa? ¿No le dirá más bien: Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?”. Hermanos, ¿quién de vosotros se ciñe para servir? ¿O es que esperamos que el otro siempre nos sirva? Jesucristo es el mayor ejemplo de servicio. Siendo hijo de Dios vino a servirnos.
Hermanos, pidamos vocaciones, pidamos cristianos, seamos valientes y no cobardes, así encontraremos que Dios nos ayude. Nos bendecirá en vuestra vida, en tus proyectos, en tu familia. Él hace proezas, hace milagros delante de nosotros. Esto necesitamos verlo para poder creer.
Ánimo, hermanos, pídele una gracia a Dios que te la concederá y retorna a la iglesia para alimentar y crecer en la fe.
Que la bendición de Dios todopoderoso descienda donde cada uno de ustedes.