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La formación de sucesores

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Fecha Publicación: 22/09/2023 - 22:00
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“Avanzar, mediante nuevos descubrimientos, por el camino heredado” es una frase de Milan Kundera, escritor checo, que traza con brillantez la ruta que debería seguir todo centro educativo. De un lado, anima a la innovación y, de otro, la encuadra en la realidad contextual e histórica de cada escuela. En efecto, para evitar posiciones extremas: recusar el aporte y memoria de los que “estuvieron antes”; o no dejar permearse por lo positivo del presente, añorando el pasado que “fue mejor”; es necesario emprender una activa política de formación de sucesores para los puestos directivos.

La innovación en un centro educativo no solo comienza cuando en la realización de sus actividades se evidencia la calidad de su factura, sino cuando en aquellas se integra de un modo inimitable, el estilo y las capacidades que distinguen a una escuela. La integración supone que las conductas y aportes de los docentes, sin perder la riqueza de la singularidad, se dirigen hacia un mismo fin que, cuanto más alto, mejor se disponen las capacidades para alcanzarlo.

La formación de futuros directivos da por sentada una política que privilegia que los candidatos provendrán de las mismas canteras de la escuela. Desde esta perspectiva, me gustaría aventurar unas ideas que validan ese estilo de gobierno. Una primera sería que da noticia a sus docentes de que existen espacios de crecimiento y que es posible la mejora profesional. También se despliega una estela de confianza en quienes trabajan en ese centro educativo.
Confiar en que el desempeño en las tareas encomendadas se caracterizará por su eficiencia, lealtad y prudencia. Confiar es arriesgar, porque se abandona la propia seguridad que otorgan los conocimientos, experiencia o posición en favor de una promesa o de una disposición que no controla porque lo ofrecido aun no lo tiene. (Terrassa, 2005). Asimismo, la confianza estructura la ‘zona de autonomía’ (Isaacs, 2004) que es el ámbito en el cual cada docente toma decisiones atendiendo a los medios recibidos, al contexto y a su criterio profesional. Compete a los directivos respaldarlas e introducirlas en la cultura institucional.

La tercera idea da cuenta de la importancia que, para la continuidad, desempeñan los principios educativos y el Ideario de una escuela. En dichos documentos están inscritos la esencia, el propósito, los valores, y los criterios de su visión y cultura institucional. Son estos documentos los que configuran lo que define a una determinada escuela. Lo “propio” del centro educativo da lugar a saberes específicos que fundamentan el diseño y la realización de proyectos, actividades educativas que ostentan la firma de esa escuela. Ese saber específico constituye un “además” en el desarrollo profesional de los docentes y su aplicación abre nuevas áreas para el estudio, la investigación y la gestión. Su continuidad solo es posible de modo personal, a través de los actuales directivos que, en su día, fueron asociados paulatinamente a lo intangible, a lo propio de la escuela. Ahora, serán ellos quienes como promesas propondrán a los candidatos a reemplazarlos. Mientras eso ocurra, la escuela caminará mirando al futuro sin omitir el presente.