La fuerza de la razón

Lo que no ha podido lograr el Congreso respetando la Constitución, las leyes y los procesos vigentes, lo podría lograr la indignada protesta de un pueblo decepcionado y engañado por las promesas incumplidas de Pedro Castillo.

Los válidos reclamos de los transportistas han puesto a prueba a este gobernante que con suma torpeza exacerbó el conflicto acusando a los promotores del paro de recibir dinero. Ante la airada respuesta de los dirigentes, el gallito retador se convirtió rápidamente en paloma de la paz que tuvo que bajar la cabeza, pedir disculpas e invocar tardíamente al diálogo.

Queda claro que Pedro Castillo, en su agitada labor sindical, sólo ha desarrollado habilidades para generar conflictos, siempre confrontando para lograr sus reivindicaciones. Esto no le servirá, ni le ayudará, para conciliar y dar solución a los justos reclamos de los peruanos.

En pocos días la protesta se ha fortalecido con el descontento de la población que ahora se ha sumado a las manifestaciones y levanta la voz al ver con impotencia que, en sólo ocho meses, su economía se ha deteriorado por la ineptitud y pésima gestión de un gobierno que asustado y viéndose desbordado impone “toque de queda”.

El camino fácil para un exsindicalista, que ahora negocia manejando la chequera del Estado, es allanarse a las demandas. Lo peligroso es que al hacerlo estaría aceptando que los paros y huelgas son el camino a seguir para conseguir todo y no hay bolsillo que tenga los recursos suficientes para satisfacer las justas demandas de todos los peruanos.

Ha quedado en evidencia que el principio de autoridad se ha debilitado. El Gobierno ha perdido respeto y capacidad de negociación. Hoy el pueblo ha tomado las calles con la fuerza de la razón, pero nada nos podrá asegurar que mañana estemos lamentando que el Gobierno imponiendo la fuerza, le gane a la razón.

Tenemos que ser conscientes de que hoy gobierna la más grande organización sindical del Perú. Si el presupuesto de la República se sigue manejando en base a populismo, sólo alcanzará para pagar salarios y otorgar subsidios. Así nunca habrá dinero suficiente para mejorar servicios de salud, educación y disminuir la enorme brecha social.

Este gobierno es experto en encontrar culpables en todo lo malo que hace. Culpan a la Constitución de impedirles “controlar” por la fuerza los precios, pero deberían reconocer y agradecer que la misma los mantiene inmerecidamente en el Gobierno.

Los que protestan en Huancayo, Arequipa y Cusco, son los que hace un año, con sus votos, permitieron que Castillo llegue a la presidencia. Los mismos que hoy, arrepentidos e indignados, podrían sacar de palacio de gobierno a un limitado profesor que hasta ahora no nos enseña con el ejemplo.

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