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La guerra de Ucrania, entre los datos de la realidad y la materia opinable

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Fecha Publicación: 26/04/2022 - 22:20
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Por Pedro Von Eyken

En las últimas semanas mi retiro del servicio diplomático activo, decidido en abril de 2021 luego de treinta y siete años de trabajo en Argentina y el exterior, se ha visto muy alterado o compensado por una intensa participación en canales de TV para analizar, junto a otros politólogos e internacionalistas, el conflicto entre Rusia y Ucrania.

Especializado en el exterior en la zona del Báltico y el Caribe por mis destinos en Alemania, Cuba, Finlandia y Haití, he leído numerosos artículos y atendido varias charlas de especialistas más antiguos y calificados que yo para entender ese diferendo y poder opinar.

Cuando los periodistas o la mecánica del programa de TV me lo permiten, lo que no es frecuente ya que generalmente pretenden que adivinemos el futuro, suelo iniciar mis intervenciones con la siguiente reflexión: en las ciencias políticas y las relaciones internacionales, ambas ciencias sociales, hay dos grandes tipos de variables, a saber, los datos de la realidad y la materia opinable. Los datos de la realidad son los hechos evidentes de discusión innecesaria, como que el sol sale por el Este y se pone por el Oeste. Nos puede gustar o no pero pertenecen a la realidad tangible y no es asunto de discusión. La materia opinable, en cambio, puede conducir a acaloradas discusiones en las que difícilmente se alcancen consensos. Pues bien, esta división de variables se aplica al conflicto en Ucrania. Me resulta difícil entender, desde mi realismo fáctico despojado de alineamientos políticos automáticos, que no se admita que este conflicto es una guerra en toda la regla. Dentro de la sensatez, es un dato de la realidad difícil de disfrazar o maquillar de otra manera.

Oficialmente, para Rusia, lo que emprendió el 24 de febrero en Ucrania es una “operación”. En un tweet, hace algunas semanas, me preguntaba si lo que ingresó a territorio ucraniano habrá sido un ejército de cirujanos ya que insisten en denominarlo operación. Pero esto no sucede sólo en Moscú. Los países que mantienen un alineamiento automático con Rusia y no desean irritarla en lo más mínimo, entre ellos varios de América Latina, también evitan la palabra guerra y, sobre todo, no condenan la invasión, otro dato de la realidad: esto fue una invasión de un estado extranjero grande y poderoso, Rusia, a otro más pequeño y vulnerable, Ucrania, independiente desde 1991 y miembro de las Naciones Unidas, violando su integridad territorial. Negar semejantes datos de la realidad me recuerda a la negación del Holocausto o de la existencia del Estado de Israel. Absurdos.

La materia opinable, aquí, es nutrida y abarca respuestas a varias preguntas, por ejemplo: a) por qué Rusia invadió Ucrania; b) qué derecho o justificativos de peso tenía para hacerlo; c) si los demás Estados deben o no condenar esta invasión; d) cómo los terceros Estados deben emitir sus declaraciones o comunicados; e) rol de la OTAN; f) a qué podría o debería renunciar Ucrania; g) qué podría exigir Rusia; y h) cómo y cuándo puede terminar esta guerra. Sobre estas cuestiones se discute en todo el mundo desde la invasión, más cerca o más lejos del conflicto armado. Nos mantiene activos y seguiremos analizando.

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