¡La hambreadora y corrupta izquierda!
Permanentemente, la presidenta Dina Boluarte soslaya el caos de la inseguridad ciudadana. Para ella todo está en orden. Es parte de su versión sobre la situación nacional. Pero ayer, quedó registrado en un video que un vehículo tripulado por asaltantes fugó, con paradero desconocido, después de asaltar a la escolta policial del hijo de la presidenta de la República. Versiones no confirmadas afirman que el hijo de Dina Boluarte estuvo reunido en alguna vivienda cercana al lugar donde habían aparcado los policías asaltados. De acuerdo al portal Infobae, los dos policías atacados daban protección a David Gómez Bouarte, de 29 años, el hijo mayor de la jefa del Estado nacido en México, fruto de su matrimonio con David Gómez Villasante. Es más, existen versiones –como las del diario colombiano Vanguardia– que relatan que quienes viajaban en el auto de seguridad, junto con los dos custodios, eran los dos hijos de Dina Boluarte. Este breve relato indica la magnitud del peligro y la extensión de la inseguridad ciudadana, que asola al país entero. En cualquier parte del planeta, el hecho de que delincuentes comunes asalten un vehículo en el que, en esos momentos, se encontraban dos miembros de la Policía Nacional asignados a custodiar al hijo de la presidenta de la República, hubiese sido noticia de primera página. Razón más que suficiente para que las autoridades del gobierno pegasen un manazo y gritasen: ¡Basta! Menos en este país, donde hasta los microbios se acojudan; perdón por la grosería. ¡Esta es la verdad! Porque acá no pasará nada, amable lector. Todo seguirá exactamente igual. ¡Aunque lo más probable es que continúe aún empeorando, mientras siga gobernando Dina Boluarte! Veremos declaraciones de sus mequetrefes, a quienes ella llama ministros, repitiendo las mismas necedades de siempre. “La Policía ya les sigue los pasos a los asaltantes”; “Este gobierno está decidido a poner fin a la inseguridad ciudadana”, y tantas incongruencias similares –o peores– que grafican la catadura de los sujetos que nos gobiernan. El ministro del Interior, por sólo referirnos a la persona directamente responsable del sector a cargo de la seguridad de los 33 millones de peruanos, apenas murmuró unas palabras que nadie entendió. ¡Es decir, más de lo mismo!
Si esto sucede con el o los hijos de la presidenta Boluarte, imagine, amable lector, la tragedia que embarga a Juan Pueblo. Un drama de proporciones tectónicas, a su vez multiplicado por el caos que soportan nuestros compatriotas sumidos en una grave crisis sociopolítica y una catástrofe económica. ¡Así son los gobernantes de izquierda cuando se encaraman en el poder! Toda la zurda se coloca en puestos muy bien remunerados dentro del Estado. O como los caviares, quienes se dedican a asesorar a cuanta repartición pública se le ocurra, cobrando millonarias prebendas por consultorías inútiles, triplicadas, inservibles, pero jugosamente cotizadas. Esta, amable lector, es la izquierda que se jacta de practicar la sensibilidad social; pero que, con su sinvergüencería, sus corruptelas y su desfachatez, desgobierna el país en gravísimo perjuicio de los ciudadanos.
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