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La histórica basílica o mezquita de Santa Sofía

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Fecha Publicación: 26/12/2024 - 21:30
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La histórica y emblemática Basílica de Santa Sofía o “Iglesia de la Santa Sabiduría de Dios” -convertida en mezquita por el actual presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, desde el 1 de agosto de 2020-, fue a no dudar, una construcción que hizo eco en la historia universal y precisamente un día como hoy, el 27 de diciembre del 537 d.C., fue terminada de ser erigida en la antigua ciudad de Constantinopla, y actualmente Estambul. Conviene recordar, apreciado lector, que desde 1935 hasta el 2020, estuvo totalmente secularizada, es decir, sin apego religioso y hasta fue convertida en museo, generando en medio de la pandemia de la Covid-19, que ya superamos, diversos pronunciamientos de preocupación como del papa Francisco que dijo sentirse “muy dolido”, o en contra, como las expresadas por diversos líderes de iglesias cristianas como el patriarca ecuménico de la propia Constantinopla, Bartolomé I y el Metropolita Hilarion del Patriarcado Ecuménica de Moscú, entre otros. Posiciones por supuesto respetables, pero no para ser tomadas como absolutas porque siendo una mezquita o una basílica, desde el horizonte del ecumenismo, al final, son para Dios, el único de todos los vivientes. Por el decurso de la historia de Santa Sofía, que registra haber pasado de manos cristianas -desde su construcción en el siglo VI d.C. por voluntad del gran Justiniano, volviéndola el lugar central de las celebraciones de la Navidad en la Alta Edad Media, hasta el cisma entre la Iglesia de Oriente y Occidente (1054), en que pasará a constituirse en sede de la Iglesia oriental ortodoxa-, hasta que por las guerras religiosas, cayera en poder de los musulmanes, bajo el mando de los turcos otomanos de Mahomet II, en 1453. Este hecho es considerado para la historiografía como el acontecimiento que marcó el final de la Edad Media y el inicio de la era Moderna. Desde ese año hasta el inicio de la tercera década del siglo XX, fungió de mezquita. Más de 1000 años regentada por los cristianos y más de 500 por los islámicos, no debería ser identificada o asociada como recinto exclusivo de una de ellas, pudiéndose, en consecuencia, volcar una suerte de mixtura religiosa para que sea recinto de culto cristiano y musulmán y con ello, además, perfectamente compatible seguir siendo museo y de acceso para todos. Su peso, en consecuencia, como monumento histórico, ecuménico y totalizador de la civilización, sugiere preservarla exenta de alguna propiedad por los credos que forjaron en sus muros grandes páginas de la historia religiosa de la sociedad internacional.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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