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La impopular defensa nacional

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Fecha Publicación: 28/10/2024 - 22:10
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Cuando Miguel Grau y su heroica tripulación salieron por última vez del Callao, sabían que iban al sacrificio, pues el Perú había fracasado en adquirir proyectiles capaces de dañar la coraza de acero de los blindados Cochrane y Blanco Encalada; los Palliser que llevaba el Huáscar solo podían perforar planchas de fierro forjado a corta distancia. Habiendo perdido el Independencia y fracasados todos los intentos de comprar otra nave por la interferencia chilena e inglesa, la suerte peruana solo iba a durar el tiempo que pudiera combatir el huidizo monitor.
Apenas 13 años antes, peruanos y chilenos habían luchado como hermanos contra una flota expedicionaria española, y es conocido que muchas familias, como la del presidente Prado, tenían estrechas relaciones de amistad y de negocio con sus pares de Chile. Nada hacía presagiar que la firma Gibbs Edwards and Co., representada por el empresario Hicks y propietaria de extensas salitreras en Antofagasta, iba a alentar una cruenta guerra. Los conflictos no avisan; pueden ser motivados por un gobernante en apuros, una empresa internacional o por la guerra comercial de dos grandes potencias por el dominio del Pacífico Sur. Y cuando empieza, el bloqueo anula cualquier posible adquisición.
El Perú nuevamente ha perdido capacidad de disuasión. Ciertamente, nunca es popular invertir dinero en armamento defensivo, pero es tan necesario para el país como lo es para una familia comprar seguros y pagar vigilancia. Militares y marinos coinciden en otorgar prioridad a la FAP, pues poco sirven sus unidades si se pierde el dominio del espacio aéreo.
Un avión caza es una plataforma de diversos sistemas de armas, por lo que el precio varía terriblemente, dependiendo de los elementos agregados según su previsible uso táctico, o si sumamos su dotación mínima de misiles aire-aire y aire-tierra. Tengamos cuidado con los agentes extranjeros que lanzarán titulares engañosos al respecto; no tendría sentido comprar solo el aparato para no poder siquiera practicar ejercicios de tiro. A primera vista, el Rafale francés es el más adecuado, fabricado en la misma Dassault de los Mirage, por lo que sus sistemas son conocidos por nuestros pilotos. También existe la posibilidad de adquirir doce cazas ligeros Kai-FA50 coreanos, país aliado al Perú, reservando un pedido de otros doce poderosos cazas KF21 Boramae, de próxima producción en serie. Es válida también la opción del F-16 Block 70 norteamericano.
La elección siempre estará más condicionada por variables de política internacional que por la exclusiva valoración de aspectos técnicos; recordemos que Australia prefirió comprar misiles norteamericanos para fortalecer la alianza del Pacífico, AUKUS, incumpliendo acuerdos previos con Francia. Obviamente, se trata de comprar con honestidad y transparencia, pues el pretexto de “secreto militar” no existe más. Por nuestra estabilidad económica y nuestras riquezas naturales, tenemos la posibilidad de asumir esa necesaria inversión, garantizando nuestra capacidad defensiva para los próximos cuarenta años.

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