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La importancia de la geopolítica (II)

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Fecha Publicación: 09/08/2023 - 21:40
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En mi columna de ayer, miércoles 9 de agosto, incidía en que la naturaleza conceptual de la geopolítica estaba circunscrita a la forma eficaz o no en que el poder político en un Estado se utiliza teniendo como base su realidad geográfica. Por tanto, el tamaño o alcance de la cosmovisión geopolítica solo requiere de la capacidad decisión con perspectiva de los actores políticos para hacerla realidad. Eso pasó con Chile.

Conscientes de hallarse en la porción más meridional de América del Sur –una realidad geográfica desventajosa–, debieron planear casi por una exigencia de subsistencia su proyección territorial y los resultados que consiguieron luego de la guerra de 1879 no fueron otra cosa que la consecuencia de la decisión política vista en prospectiva por su clase política con Diego Portales a la cabeza.

Para los objetivos de esta columna resultará vano dedicarnos a calificarla de buena o mala porque el poder no tiene moral y no digo que sea inmoral, sino exclusivamente amoral, que es distinto. A contrario sensu, circunstancias exógenas o internas de un Estado también pueden producir la reducción de sus cualidades geopolíticas como pasó a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.) al quedar desintegrada en 1991 por el fin del sistema comunista simbolizado previamente por la caída del muro de Berlín en 1989.

El poder político, entonces, dependiendo de la actitud de los líderes políticos, producirá una evolución o una involución geopolítica de los Estados. Ahora bien, la realidad geopolítica de un Estado como garantía para su desarrollo no puede soslayar la del otro Estado, generalmente el país vecino o fronterizo, a veces visto como amenaza. Sucede todo el tiempo entre India y China, los países con el mayor número de fuerzas armadas en el mundo por el conflicto que mantienen en la región del Himalaya. Es verdad que no es absoluto que sea únicamente entre Estados vecinos y lo vemos todo el tiempo entre Estados Unidos y China cuyo marco geopolítico más que territorial es por área de influencia.

También quisiera decir que la realidad geopolítica de un Estado es vista como óbice para la proyección del otro. Es el caso de Argelia, sin costas en el Atlántico, que codicia la inmejorable ventura litoral de Marruecos, y por ello, pasa todo el tiempo conspirando, a través del Polisario, para atenuar su desventura geopolítica. Es verdad que con los años se ha construido la tesis de la geopolítica de los bloques y con solventes réditos, pero es bueno pisar tierra y creerla solamente circunstancial porque la geopolítica es de cada Estado por antonomasia.

Es el caso de la Unión Europea, cuya exitosa integración económica devino del estado de necesidad de sus países miembros luego de quedar el Viejo Continente devastado por la guerra de 1939, y que hoy, se haya vulnerable por las amenazas rusas de restringirles de gas en medio de la guerra de Moscú con Kiev. También es el caso de la Alianza del Pacífico. Aun con sus éxitos que la reconocen como la octava economía del globo, por sus circunstancias políticas ideologizadas, si se va de las manos, podría terminar como un castillo de naipes. Finalmente, la geopolítica debe inspirar a los líderes para decidir políticas de Estado que es lo único que hace grandes a las naciones del planeta.

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