La importancia de la observación electoral internacional
Ha propósito de las características de los tiempos electorales del presente año 2024, en el que aparece un nutrido número de procesos eleccionarios en todo el mundo, como los últimos presidenciales en El Salvador, municipales en la República Dominicana y el recientemente presidencial en la Federación Rusa, es necesario recordar la importancia que tienen el acompañamiento y la observación electoral internacional en aquellos países que lo permiten, o lo solicitan.
El acompañamiento electoral internacional tiene que ver con el apoyo que se ofrece o solicitan a organismos públicos o privados, de alcance internacional, conocedores técnicos de los sistemas o instrumentos requeridos en los procesos electorales o consultas populares y que, los organismos electorales o autoridades gubernamentales de algunos países que carecen de esa capacidad para manejar directamente la solución a esos requerimientos, reciben el apoyo de los que sí cuentan con esa experiencia e idoneidad para poder atenderlos.
La elaboración y depuración de los padrones electorales, que permite confirmar y garantizar la participación ciudadana, no dando ocasión a la suplantación de personas, así como el uso de la tecnología para la aplicación de la máquina de votación y del voto virtual, que evita la congestión de personas en el acto de sufragio y permite tener un mayor acceso al ejercicio del derecho a votar, sin dejar de mencionar la necesidad de mejorar la calidad de los partidos políticos, que se relaciona con el buen funcionamiento de un sistema democrático, cuando se logra inspirado en una verdadera democracia interna de los mismos, son algunas cuestiones que pueden ser atendidas por estos organismos, a través de sus técnicos especializados
Y, la observación electoral internacional se refiere a que organismos oficiales que congregan a países de todo el mundo, agrupados bajo diferentes criterios y, las instituciones que no tienen dependencia directa ni indirecta con organismos internacionales, participan en calidad de veedores de los procesos electorales o consultas populares, verificando el cumplimiento de las normas electorales internas que los Estados tienen vigente y que, por lo tanto, el desarrollo de los mismos tienen la legalidad que permita no generar dudas o discrepancias en su aplicación.
El ámbito de la actuación de estas dos formas de presencia de organismos públicos o privados en la dinámica electoral, nos permite destacar que, la participación de cualquiera de ellos necesariamente debe estar apartado de cualquier inspiración ideológica o política partidaria; pues, si no fuera así, tanto el acompañamiento como la observación electoral internacional estaría desnaturalizando su razón de ser o su imparcialidad cuando tenga que dar su opinión técnica, respecto al proceso eleccionario.
Con una relativa frecuencia, se ha podido llegar a comprobar que informes de observaciones o acompañamientos electorales internacionales están cargados de una determinada inspiración ideológica que desorienta a la ciudadanía nacional que participó en un acto eleccionario, dando lugar que dicho informe termine por ser descalificado de la importancia que debe de tener, por cuanto cualquier recomendación que contenga dicho informe estará cargado de una tendencia ideológica, perdiendo su calidad de informe técnico de veeduría o acompañamiento electoral.
El principio de no intervención en los asuntos internos de los países que llevan a cabo los procesos electorales o consultas populares es el que, su no aplicación o no respeto da lugar a que dejen de tener importancia los informes que emiten los organismos especializados que participan en este tipo de eventos. Esta es la razón por la cual, organismos electorales o autoridades gubernamentales de algunos países le niegan la invitación para participar como veedores electorales internacionales.
La autodeterminación de los pueblos, fundada en el respeto a la voluntad ciudadana, expresada a través del voto, es lo que se debe de cuidar y garantizar por parte de la actuación de los observadores o acompañantes electorales internacionales, ya que, de no ser así, los convierte en ser “turistas electorales”, no contribuyendo con ello a desarrollar una verdadera democracia en los países así lo requieren.
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