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La importancia del Senado para la política peruana

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Fecha Publicación: 09/03/2024 - 21:20
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En un contexto de búsqueda constante por fortalecer las instituciones democráticas y mejorar la calidad legislativa en el Perú, el retorno del Senado a la estructura bicameral del Congreso marca un hito histórico. Después de más de tres décadas, esta decisión representa un paso adelante hacia una democracia más equilibrada y representativa.

En nuestra vida republicana solo los últimos 30 años no hemos tenido Senado, y resulta contradictorio que desde que se recuperó la democracia: Toledo (2001), García (2006), Humala (2011) y Kuczynski (2016), todos los presidentes prometieron volver a la bicameralidad, pero al final les fue cómodo gobernar sin contrapeso de poderes; los resultados han sido, que, si bien hubo crecimiento económico, no hubo desarrollo.

Una de las principales trabas para reabrir el Senado en estos 30 años, ha sido la idea de que se incrementaría significativamente el presupuesto, cuando es todo lo contrario.

Paradójicamente, en comparación con la anterior etapa de bicameralidad, antes del autogolpe de Fujimori, hoy, sin Senado (60 senadores) y sin Cámara de Diputados (180 diputados), el Congreso de la República, de una sola cámara con 130 congresistas (casi la mitad de los que había antes del autogolpe), tiene varias veces más presupuesto. Con el congreso constituyente de 1992, el presupuesto creció, y lo continuó haciendo los sucesivos congresos de forma exponencial.

En efecto, mientras que en el último período de vigencia de la Bicameralidad durante el año 1991 los gastos del Congreso fueron inferiores a 37 millones de soles, en 1994 el parlamento unicameral llegó a la cifra de casi 67 millones de soles. Para el 2002, la cifra subió hasta los 265 millones de soles.

Ya para el 2011 la Unicameralidad había incrementado el presupuesto a 409 millones de soles, llegando a proyectarse un gasto de mil millones de soles para el año fiscal 2024.

De izquierda a derecha y pasando por el centro, el Senado tuvo el poder de atraer a mentes calificadas. Y todo a un costo muchísimo menor: la veinteava parte de lo que hoy se gasta por un organismo lamentablemente desprestigiado, que cada vez más se ve envuelto en actos de corrupción.

El último Senado en el Perú, que duro tres periodos (dos de 5 años y uno de 2 años), logró acumular una notable experticia política y una singular autonomía sobre sus respectivos partidos políticos, que hacía temer a cualquier presidente, incluidos aquellos premiados por el electorado con mayoría senatorial, como fue en el 85 con Alan García, que vio a varios de sus ministros de Estado ser enjuiciados durante su gobierno por iniciativa del Senado.

La presencia del Senado como una segunda cámara legislativa proporciona un importante contrapeso político a las decisiones del Congreso. Este equilibrio de poderes es fundamental para evitar la concentración excesiva de autoridad en una sola institución, promoviendo así la estabilidad y la rendición de cuentas en el sistema democrático.

Al requerir una elección nacional, el Senado garantiza una representación más amplia y diversa de la sociedad peruana. Debido a esto, los senadores tienen la responsabilidad de velar por los intereses de todo el país, no solo de una región específica. Esto fomenta la inclusión de diferentes perspectivas y la búsqueda de consensos que reflejen verdaderamente la pluralidad del país.
La existencia del Senado promueve un debate más profundo y reflexivo sobre las propuestas legislativas.

Al tener dos cámaras con funciones y roles distintos, se establece un proceso más riguroso de revisión y análisis de las leyes, y de la elección de los más altos funcionarios públicos, lo que contribuye a una interacción política más sólida y equitativa.

Después de años de desencanto y desconfianza hacia el Congreso unicameral, la reintroducción del Senado representa una oportunidad para reconstruir la relación entre el Estado y la ciudadanía. Al establecer un sistema más transparente y responsable, se fortalece la legitimidad de las instituciones democráticas y se fomenta una mayor participación ciudadana en el proceso político.

El retorno del Senado a la estructura legislativa del Perú marca el inicio de una nueva etapa en la historia democrática del país. Más allá de ser una simple reforma institucional, representa un compromiso firme con la construcción de un sistema político más justo, inclusivo y eficiente. A medida que nos adentramos en esta nueva era bicameral, es fundamental recordar que la verdadera fuerza de la democracia radica en la diversidad de opiniones y en la capacidad de trabajar juntos por el bien común.

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