La injusticia en tiempos de cólera
Estamos decepcionados e indignados porque nuestro sistema de justicia parece haber sido tomado por la corrupción. La justicia en nuestro país usa pasamontañas, en vez de venda en los ojos, para no juzgar a todos por igual.
La delincuencia común se ha adueñado de las calles. Avezados delincuentes, capturados por la Policía en flagrancia, son liberados por jueces corruptos o jueces desprotegidos que, amenazados por mafias organizadas, ceden por temor.
Las declaraciones de Jaime Villanueva, han puesto en evidencia que la justicia se ha politizado, confabula, concierta y actúa selectivamente. Las revelaciones iniciales del exasesor fueron suficientes para que la JNJ, con celeridad, suspendiera seis meses a la fiscal de la Nación, Patricia Benavides.
Los testimonios de Jaime Villanueva revelan que en la Fiscalía mucho se arregla y se pacta. Dependiendo de quién se trate, se abren y cierran carpetas fiscales. Sus recientes declaraciones involucrarían a los fiscales Pablo Sanchez, Vela Barba y Pérez, junto a Gustavo Gorriti, en presuntas coordinaciones para manipular las decisiones de la justicia. Por primera vez un testigo confirma la injerencia, presencia y poder de Gorriti en el Ministerio Público.
Villanueva, revela temas muy serios que ameritarían ser investigados de inmediato. Uno de ellos sobre presuntas voluntades al interior del JNE para evitar que Keiko Fujimori ganara las elecciones en el 2021. También da a conocer que se habrían realizado reuniones, entre el fiscal Vela y Vladimir Cerrón, para que no se incluyera a Pedro Castillo en lavado de activos. A cambio Perú Libre apoyaría un proyecto de ley que reduciría los años de servicio para que Vela pudiera llegar antes a ser fiscal supremo.
Los dichos y hechos revelados, si fueran corroborados, ratificaría lo que muchos sospechábamos desde hace años, pero que hasta ahora no ha podido probarse. Es evidente que esta confabulación va más allá de la filtración de información confidencial que algunos fiscales compartían con medios de comunicación y periodistas amigos que siempre tenían las primicias que utilizaban para debilitar la posición de sus adversarios políticos.
Un cerebro oscuro pareciera tener información “valiosa” de mucha gente “honorable” con poder que, para no ver afectada su reputación”, se vería obligada a someterse a los requerimientos de la corrupción.
Esta justicia selectiva, buscando doblegar y silenciar a sus adversarios, los acosa con allanamientos, embargos, incautaciones, prisiones preventivas. La justicia es ahora una perversa herramienta utilizada para proteger a unos y perseguir a otros. Es un tumor que se ha esparcido rápidamente y si queremos salvarla requiere con urgencia una cirugía mayor.
Para volver a creer, necesitamos el consenso de una mayoría responsable en el Congreso que lleve adelante una profunda reforma estructural en el sistema de justicia de nuestro país. Sería justo y necesario.
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