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La innovación en la escuela

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Fecha Publicación: 31/05/2024 - 21:50
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“Avanzar, mediante nuevos descubrimientos, por el camino heredado”, es una frase de Milan Kundera, escritor checo, que traza con brillantez la ruta que debería seguir toda organización. Existen personas que recusan el aporte y memoria de los que “estuvieron antes”, mientras que otras no se dejan permear por lo positivo del presente: suelen añorar el pasado que “fue mejor”. Aparcarse en cualquiera de los extremos implicaría desconocer el encadenamiento de la historia y el progreso de la humanidad que descansa en lo realizado por las anteriores generaciones.
Hoy en día, la innovación como noción se ha instalado en las propuestas educativas; ¿Es necesaria la innovación para la supervivencia de los centros educativos? ¿Cuánto más tecnología se incorpore más efectiva será la innovación? ¿Cuál es el límite del cambio para no caer en las fauces del activismo y del perpetuo comienzo? El cambio por el cambio, como la innovación por la innovación, no añade valor a la escuela en ausencia de un sentido, el mismo que tiene que estar anclado en las políticas institucionales. Rosanas J., en su libro titulado “Cómo destrozar la propia empresa y creerse maravilloso”, nos advierte del riesgo de los pet projects (proyectos mascota). Es decir, el director establece un lazo tan personal e íntimo que lo rotula y comunica como una innovación; de ese modo, contará con el apoyo de sus colaboradores para su forzada y caprichosa implementación.
La innovación es una especie de cultura que debe ser promovida desde la escuela. En primer lugar, porque las ciencias constantemente presentan nuevos descubrimientos; y, en segundo lugar, porque el docente, gracias al conocimiento y a su experiencia, es capaz de encontrar modos nuevos y singulares en el desempeño de su quehacer. La innovación es y será siempre bienvenida a condición de que no aparte de la propia misión. En la escuela, más que reinventar, la creatividad e inventiva deben procurar que en su organización y en sus procesos prime la persona.
En la escuela, la innovación tiene un campo y dos cauces para su desarrollo y vigencia. Los procesos, los trámites, los métodos, las actividades, los reglamentos, los estilos de comunicación y de relación y, un largo etcétera, son pasibles de cambio: mejorar el bienestar y el bien ser de todos sus integrantes es su propósito y el gran campo para la innovación. El primer cauce es procurar que los docentes se integren y hagan propio el proyecto institucional, de manera que las actividades educativas tengan en su realización el carácter o sello de irrepetibles. El segundo cauce tiene que ver con una realidad palmaria: la singularidad y las características evolutivas de los estudiantes. Para los adolescentes, las cosas pueden ser de otra manera. La revolución que se opera en su inteligencia los acredita como capaces de elaborar teorías y argumentarlas. Su vida es un estreno, renombran las cosas a tenor de cómo las perciben. ¡La escuela será un crisol de innovaciones si tan sólo da curso a que el alumno se asombre, se interrogue, reformule y descubra sus talentos creativos!

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