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¡La inolvidable Violeta Correa!

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Fecha Publicación: 29/06/2024 - 22:10
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El hermoso ambiente del nuevo Centro de Convenciones de la Universidad San Ignacio de Loyola (USIL), fue apropiado para, el jueves 27 pasado, albergar a una numerosa concurrencia que acudió a la presentación de la reedición del libro “Violeta Mujer Ejemplar” compilado por el propio presidente Fernando Belaúnde, reimpreso a mi sugerencia –cuya receptividad agradezco– al Fondo Editorial USIL.

Las acciones durante su proficua vida están registradas en la historia y en el recuerdo de quienes tuvimos el honor de conocerla y de otros que, por acción de ella, fueron partícipes como beneficiarios de su obra de bien social. Una muestra son los noventa Centros Comunales y ciento seis Cocinas Familiares. Todos conducidos, independientemente, por los Club de Madres de cada uno de ellos.

Era el ecosistema que envolvía cada día a Violeta Correa Miller. Era enternecedor el apasionado espíritu solidario de una mujer extraordinaria. La historia la tenía en su regazo, los pobres en sus corazones y sus correligionarios en la memoria. Estos detalles contextualizaron el ambiente emocional que imperó en el evento citado.

Vi, por primera vez, a Violeta, en el fragor de la lucha por la libertad, aquel inolvidable 1° de junio de 1956. Hace sesenta y ocho años. Marchábamos en actitud de protesta porque el Jurado Nacional de Elecciones, pese a que el día de elecciones era el 17 de junio, no inscribía la candidatura de quien iba en hombros de una abigarrada multitud. A la altura del balcón de “La Prensa”, ubicado en el Jirón de la Unión. En ese jaleo, una agraciada periodista, en señal de apoyo y motivación, lanzaba papel picado sobre la muchedumbre protestante y del líder que la conducía. La empatía fue inmediata y Violeta se sumó al determinante “Ultimátum de la Merced” y a la campaña electoral de ese año y de las venideras. En Seattle, Washington, 1972, se casan Don Fernando y su amada Violeta. Luego durante el quinquenio 1980-1985, dignifica el honroso título de Primera Dama de la Nación.

En la primera parte del libro aparecen el sentido prólogo de Fernando Belaúnde, la emotiva carta del presidente Valentín Paniagua y el discurso fúnebre que pronuncié al pie de la tumba de nuestra querida dama. Aparece después la oración de su protegida Carito Belaunde, quien escribió: “No fue mi madre, pero su amor fue inmenso. Mis hermanos y sus siete nietos la adoraban. Ella supo hacer feliz a mi padre y jamás vi que tuvieran una discrepancia”. Luego las emotivas epístolas de expresidentes como Jimmy Carter de Estados Unidos, Raúl Alfonsín de Argentina, Eduardo Frei Montalva de Chile, Andrés Pastrana de Colombia. Igualmente, los mensajes de sus entrañables correligionarios Alva Orlandini, Ulloa, Mariátegui, Arias Stella, Raúl Diez Canseco. No podían faltar Alan García y Alberto Andrade.

En la parte final, el libro revela el adiós de quienes la acompañaron en la creación y tutela de su obra que, a la postre, es su legado: los centros comunales y las cocinas familiares. ¡En nombre de tu pueblo que te recuerda: ¡Gracias Violeta, Mujer Ejemplar!

*Exsenador de la República

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