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La inversión en la primera infancia genera desarrollo

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Fecha Publicación: 13/07/2024 - 21:40
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Cada día se hace más evidente la importancia de la calidad de la educación en todos sus niveles para lograr un desarrollo sostenido en cada país.

La Era Digital ha profundizado esta necesidad debido a que los conocimientos cada día duran menos a casusa de la velocidad con que se desarrolla la tecnología. En este contexto, la demanda de una sociedad ordenada hace la diferencia entre los países desarrollados de los que están en vías de desarrollo.

Lamentablemente el continente que ha sido más reacio a los cambios tecnológicos es América Latina, de ahí que, pese a sus múltiples recursos naturales y, en algunos casos, a su crecimiento del Producto Bruto Interno proveniente de exportaciones en su mayoría de materias primas, como ha sucedido en el Perú, es, hoy en día, un continente donde aún se sigue incrementando la pobreza y la pobreza extrema.

América Latina ocupa los últimos lugares en las pruebas educativas como PISA de la OCDE, y viene teniendo bajos índices de productividad en el Ranking de Competitividad Mundial. Esto nos lleva a afirmar que, a menor calidad de educación y resistencia a los cambios tecnológicos, habrá menos desarrollo.

Podríamos empezar por preocuparnos más por la educación durante la primera infancia: distintos estudios y análisis, como los últimamente realizados por James J. Heckman, Profesor Emérito Henry Schultz de Economía en la Universidad de Chicago y Premio Nobel de Economía el año 2000, dejan clara la importancia de la inversión pública en la educación durante la primera infancia.

Heckman, junto con un equipo de economistas, psicólogos, estadísticos y neurocientíficos, ha demostrado que invertir en la educación temprana no solo es beneficioso para los individuos, sino que también tiene un impacto significativo en la economía y la sociedad en general.

Heckman sostiene que una mayor inversión en la primera infancia resulta en una mayor rentabilidad en términos de educación, salud y productividad. Los estudios muestran que los entornos tempranos adversos generan déficits en habilidades y capacidades, lo que reduce la productividad e incrementa los costos sociales. Estos déficits, a su vez, contribuyen a los problemas financieros que enfrentan los ciudadanos y el país.

El período desde el nacimiento hasta los cinco años es crucial para el desarrollo del cerebro y la construcción de habilidades cognitivas y conductuales necesarias para el éxito en la vida. La educación durante la primera infancia fomenta habilidades como la atención, la motivación, el autocontrol y la sociabilidad, que son esenciales para convertir el conocimiento en experiencia y a las personas en ciudadanos productivos.

La inversión en la educación temprana, especialmente para niños en situación de riesgo, es una estrategia efectiva para reducir los costos sociales. Los niños de entornos vulnerables suelen carecer de los recursos necesarios para un desarrollo temprano adecuado, lo que afecta su rendimiento escolar y sus oportunidades en la vida.

Invertir en el desarrollo de estos niños puede reducir problemas como la mala salud, la deserción escolar, la pobreza y la delincuencia, disminuyendo sustancialmente los costos para los contribuyentes.

Los estudios del Profesor Heckman sobre el programa Preescolar Perry muestran una rentabilidad anual de la inversión de entre el 7 % y el 10 %, basada en el rendimiento escolar y profesional, así como en la reducción de los costos de la educación compensatoria, la salud y el sistema de justicia penal. Otros programas, como el Chicago Child-Parent Center, han demostrado beneficios similares, con un rendimiento estimado de $7 por cada dólar invertido.

Es innegable que invertir en la educación en la primera infancia es rentable, incluso durante crisis presupuestarias. Los costos iniciales se compensan con beneficios a largo plazo. Es crucial priorizar la inversión en educación de calidad para los niños en situación de riesgo, quienes enfrentan mayores dificultades y tienen menos recursos para un desarrollo temprano adecuado.

La educación temprana debe enfocarse tanto en habilidades cognitivas como conductuales. Habilidades como la atención, el control de los impulsos, la persistencia y el trabajo en equipo son esenciales para el éxito en la vida y deben desarrollarse desde una edad temprana. La Era Digital está permitiendo que los niños, desde los 3 años, sin saber leer ni escribir, tengan la oportunidad de programar a través de lectura de imágenes; como sabemos, hoy la programación es la extensión de la escritura.

También es importante mantener los logros alcanzados mediante una educación efectiva continua hasta la edad adulta. Esto aumentará el número de ciudadanos productivos y valiosos que contribuirán a la economía y a la sociedad.

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