La izquierda no logró el muerto que buscaban

Lo que mal inicia mal termina. Si la base de tu sembrío no está muy bien estructurada, la cosecha será un fracaso. ¡Vaya! Hay muchos patrones para ejemplificar el fracaso en diversos campos. El sistema constitucional de derecho está más vivo y fuerte que en el 2022 y las instituciones del sistema peruano continúan funcionando.

La violencia genera más violencia y sólo revela que los extremistas y los que dirigen- mal dirigidos, por cierto- no cuentan con el respaldo de las mayorías y mucho menos de esas minorías de los “oprimidos” y “explotados” que esta izquierda fracasada dice defender.

Nadie puede avalar, en su sano juicio, el bloqueo de carreteras para evitar que los alimentos ingresen a nuestras ciudades, atacar y destruir aeropuertos, ataques a nuestras fuerzas armadas, Policía Nacional y, por último, pero no menos importante: la obstrucción al trabajo digno e individual.

Nadie puede ir en contra de la capital. Y esa capital es Lima, señores, una de las ciudades más importantes del continente. ¿Ustedes creen que una pequeña horda de izquierdistas y mentes frustradas pueden tomar la ciudad? La respuesta es simple: no. ¿Por qué no? El 80% de nuestra población es de origen andino y provinciano.

Un enorme grupo de migrantes que iniciaron su viaje a Lima desde mediados de los años sesenta y construyeron lo que hoy es Lima. Porque Lima no es San Isidro, San Miguel, Magdalena o Miraflores; Lima es San Juan de Lurigancho, San Martín de Porres, Comas, Villa El Salvador y más.

Desde esa lógica partimos y realizamos el diagnóstico del porqué todas estas convocatorias que nacieron deformes terminen en un fracasado rotundo. La escasa convocatoria, las personas de las periferias, es decir: los conos, no están pensando es invertir su tiempo para arengar por la Plaza San Martín o la Av. Tacna, estas personas están pensando en trabajar y producir. Porque la maquinita de hacer dinero no para.

Una fracasada convocatoria que sólo fue justificada por la cantidad de delincuentes que un grupo político y sus financistas pudieron pagar para realizar escándalo en el corazón de Lima. Bueno, todos ellos fueron controlados por la Policía Nacional del Perú. Y nadie del Perú profundo ha pedido la “piedad” para los delincuentes detenidos.

El último diagnóstico logrado tras este fracaso de movilización es que las pequeñas hordas comunistas son insignificantes e inservibles cuando no utilizan la fuerza para atacar a los activos de nuestro país.

Asimismo, este fracaso de movilización sólo fortalece la imagen de Dina Boluarte y hace más estable a todo el gabinete Otárola. Nadie sabe para quien trabaja. Un fracaso más sí importa, izquierdistas sin estrategia de marcha.

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