La justicia es débil y vacía
La justicia es una abstracción del ser humano, que refleja los contenidos, conocimiento, experiencia de vida, a través de las decisiones que asume según el rol que le corresponde, padres, maestros, policías, fiscales, jueces, árbitros, réferis, jurado. En este trazado vamos a referirnos a los fiscales y jueces que son débiles y vacíos en sus decisiones por diferentes causas, falta de preparación, miedo, inseguridad, existe una lucha sobre el que dirán, presiones de diferentes formas, por la naturaleza del caso, políticas, sociales, económicas con honrosas excepciones.
Un magistrado rígido, prejuicioso, lleno de conflictos emocionales irresueltos, que se trasluce en sus decisiones, nunca podrá ser objetivo, porque se superpone en su mente las limitaciones emocionales que obnubila su pensamiento, percepción, que los hace incurrir en el error judicial por no desvincularse de la lucha, entre la ética, moral, justicia, derecho, humanidad, que les permita entender y comprender que la ley existe no por la naturaleza de las personas sino de las cosas que se encuentra en interés en conflicto y la sociedad exige que se respete los derechos, deberes y obligaciones de los seres humanos que conviven en una comunidad.
Podemos tener en una sociedad buenos técnicos en aplicar la ley, empero necesitamos personas que se nutran de experiencia de vida, del conocimiento de las instituciones jurídicas, de formación humanista, para que sus decisiones sean trascendentes, que perduren en el espacio, tiempo y persona; y este perfil solamente lo vamos a obtener cuando se tenga en los claustros universitarios cursos que impartan temas de humanidad, como filosofía, psicología, sociología, literatura, historia, ética, moral, razonamiento jurídico, casuística, que los ayude a moldear su personalidad, para que sean buenos abogados, maestros, fiscales y jueces.
En la actualidad, en las facultades de derecho, no se enseñan cursos de humanidades, les enseñan a ser prácticos, ir de frente a resolver el problema, es importante, pero el conocimiento permite buscar diferentes alternativas frente a un mismo problema, no limitarse a lo técnico sino ser una persona culta, preparada, dispuesta a abordar diferentes temas relacionadas a su profesión y a otras que se relacionen con el derecho.
Con la finalidad de robustecer la personalidad del magistrado con el fin de que no sea débil, ni vacías sus decisiones, y hacerlos fuertes para los diferentes retos que tienen que afrontar en las diferentes especialidades, es importante que se dicten cursos de psicología, psicoterapia individual, de grupo, para que puedan manejar su vida emocional y no interfiera en sus decisiones, acuérdense que “una mente perturbada nunca será justa”, por lo tanto, hay que trabajar su mundo interior para que sean libres y no esclavos de sus pensamientos erróneos porque hacen daño a una sociedad que está habida de justicia.
Sin ir muy lejos, uno solicita audiencia para entrevistarse con un fiscal o juez, para explicarle la situación de determinada materia, te recibe a la defensiva, el rostro adusto, déspota, lacónico en sus respuestas, como si uno les hubiese hecho algo malo, pero hay que ver qué hay detrás de esa actitud, existe un ser humano inseguro, acomplejado, pobre concepto de sí mismo, impulsivo, temeroso, desconfiado, celoso, rígido, tirano en su hogar y despacho, no es una garantía para que imparta justicia, a esos personajes el Estado debe retirarles la confianza de administrar justicia.
Una justicia en vías de desarrollo debe ser exigente para con los magistrados, para que no sean débiles ni vacíos. Cada persona tiene su historia, revísala, y sacarás tus conclusiones.
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