La ley del Talión
En Junín, un empresario atropelló con su automóvil a dos criminales que, después de rastrearlo y esperarlo en la puerta de un banco, partieron tras él; lo alcanzaron, le golpearon y le robaron S/ 125,000.00 que había retirado, y fugaron en moto.
Producido el robo la víctima encendió su vehículo y, pleno de furia, persiguió a los criminales que intentaban dispararle desde la moto. Finalmente los empotró contra la parte trasera de un camión. Murieron ambos malhechores y quedó muy malherida la víctima del robo.
Ese hecho revela el nivel de hartazgo y exasperación al que ha llegado la ciudadanía que, a diario, es pasible de asaltos cada vez más violentos para robarle lo que fuere. Desde un viejo teléfono móvil hasta vaciarle su domicilio. Es tal la brutalidad que la mayor proporción de los atacados acaban con heridas graves.
Incluso muchos de ellos terminan muertos. O en el mejor de los casos, quedan inválidos de por vida. Se trata pues de un colosal tsunami hamponesco que viene masacrando a la sociedad sin que el Estado mueva un solo dedo para impedirlo. Por lo pronto, vistos los antecedentes del impresentable ministro del Interior, no hay esperanza de que se aboque a ponerle coto a esta situación.
El ministro de marras aparece como expulsado de la Policía. Y a su vez, dedicado a asesorar -en calidad de abogado- a delincuentes de altísimo vuelo. Como los “dinámicos del centro”, consagrados al crimen organizado en grave perjuicio del Estado. Hablamos de un clan conformado por los personajes más destacados del gobierno Castillo. Por lo pronto la Fiscalía ha imputado a Vladimir Cerrón como jefe de esta organización criminal, el auténtico poder detrás del trono donde aparece sentadito Pedro Castillo.
Aparte del jerarca, figura un alias “pinturita”, el inefable “puka” Bellido, la madre de Vladimir Cerrón, ese tal Bermejo y otra veintena de delincuentes acusados por robarle decenas de millones a usted, amable lector. De manera que un elemento de la calaña del ministro del Interior no sólo jamás combatirá esta plaga criminal que enluta a millones de peruanos, sino que con su prontuario ahondará la delincuencia en nuestro país, en perjuicio de 32 millones de ciudadanos.
El problema es que, en contubernio con el Ejecutivo, la Fiscal de la Nación impide que muchísimos fiscales honestos y preparados para combatir la delincuencia cumplan su misión. Como en el caso del propio Vladimir Cerrón que, estando señalado como jefe de los “dinámicos del centro”, se jacta paseándose en total libertad.
Asimismo, muchos fiscales liberan a criminales denunciados por la Policía. Y finalmente, algunos jueces hacen lo mismo. La gente es consciente de que la Policía, la Fiscalía y la Judicatura incumplen su roles para imponer orden e impartir Justicia.
En consecuencia, en tanto el pueblo no vea otra solución que apelar a la ley del Talión, como ha sido el caso del empresario atacado en Junín -que acabó haciendo Justicia él mismo-, esta práctica se hará cada vez más extensa. ¡Por más que los políticamente correctos se rasguen las vestiduras!
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