La llamada

Ha explotado una de las bombas que los terroristas han puesto en los trenes de Madrid. Son las 7 y tantos del 11 de marzo de 2004. La escena es terrible con cuerpos destrozados, gritos de dolor, butacas ardiendo y sangre sobre los rieles. Pero algo llama dramáticamente la atención: el constante timbrado de los teléfonos móviles que están en el piso. Alguien pregunta por alguien que no contestará. Un ruido inexpresivo que se transforma por las circunstancias en una alerta de espasmo y, sin duda, de esperanza.

En el otro extremo de la noticia y a cientos de kilómetros de las estaciones de trenes de Madrid, el silencio. Un grupo de refugiados africanos en trance de su huida, levanta sus teléfonos móviles al cielo en la localidad de Yibuti a la orilla del mar tratando de capturar una red telefónica de bajo costo de la vecina Somalia y poder llamar a sus seres queridos. Yibuti es un punto de parada común hacia Europa y el Medio Oriente para los migrantes en tránsito procedentes de países como Somalia, Etiopía y Eritrea, que van en busca de un futuro mejor.

Entre ese ruido tan familiar y ese silencio a veces tan enigmático, transcurre nuestra vida. El teléfono es parte casi indispensable en ella, aunque algunos que hemos vivido las diversas etapas del desarrollo tecnológico en esta área, tengamos una gran nostalgia de esos tiempos sin timbres de todos los tonos y colores. Las llamadas nos avisan y alertan pero también nos traen las voces amadas en medio del torbellino de los días.

Marilyn Monroe no pudo hacer su llamada final, vencida por los barbitúricos. El protocolo por la muerte de la reina Isabel II se inició dos horas antes del anuncio oficial de su fallecimiento con una llamada a la Primer Ministra para enterarla. El 11 de septiembre de 2001 desde un vuelo secuestrado, algunos pasajeros se despidieron de sus padres, esposos, hijos. Todos los momentos de todos los días, alguna central de emergencia del mundo recibe una llamada que puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Recientemente, Netflix ha estrenado un cortometraje sobre una llamada mensaje que habría hecho un niño a sus padres en pleno tiroteo masivo en un colegio: “Si algo me pasa os quiero”. El corto, centrado en la conducta de los padres, es una reflexión sobre el coraje y la voluntad para hacer frente al más terrible de los infortunios.
Una llamada puede levantar nuestra vida o cercenarla. Me atrevo a escribir que la frase más dicha en los teléfonos del mundo cada día es: te quiero. No sólo es una afirmación de la vida, sino del motor de la vida que es el amor. Todos la hemos pronunciado muchas veces. No sé cuáles son las llamadas cruciales, si las que hacemos o las que nos hacen y sobre qué lo hacemos o las hacen. A mí una me quebró para siempre el corazón: “Coco, ven -dijo mi hermana Carmen- mi mamá…”

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