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La Llorona y el maniquí

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Fecha Publicación: 23/11/2021 - 20:00
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Medios locales y reconocidos de México dieron cuenta de la noticia: una mujer disfrazada de llorona había sido asesinada en San Francisco Chimalpa, en el municipio de Naucalpan, Estado de México.

En todos los informes se aseguró que la mujer vestida de blanco recorría las calles gritando a viva voz: “¡Ay, mis hijos!”, frase característica de los recorridos de La Llorona, según la leyenda popular de ese país.

La noticia, ampliamente difundida, tuvo que ser desmentida y tildada de falsa por la Fiscalía General de Justicia del Estado. “Lamentablemente algunos medios han propalado una información de la cual no tenemos registro alguno que haya sucedido”, dijo la Fiscalía agregando: “Hemos rastreado cualquier posible indicio de estos hechos, pero hasta este momento no tenemos registro”.

¿Alguien en San Francisco Chimalpa, espantado por aquella mujer de blanco que lloraba, le disparó? Muchos juran que la vieron pasar, así como gritar y que también escucharon el ruido seco de una pistola. No se asusten, dijo un anciano: es un mal de amor, todos lo tenemos hasta que la muerte lo cura. Como en la canción: “Ay, de mí Llorona, Llorona, Llorona/ De un campo lirio/ El que no sabe de amores, Llorona/ No sabe lo que es martirio…”

En Chihuahua, mientras tanto, según cuenta el Diario de Querétaro, hace noventa años, llegó a la ciudad un hermoso maniquí traído desde Francia “por encargo de Pascualita Esparza Perales de Pérez quien, en ese entonces, era encargada de la tienda de ropa llamada La Popular”. Lo extraño era la increíble semejanza de tal maniquí con una bella mujer.

Según la leyenda la mamá de Pascualita embalsamó a su hija y la puso en la tienda como una maniquí. Allí lleva noventa años en la vitrina de la boutique de novias, exhibiendo sus manos de seda, sus uñas ya desgastadas y su dormida mirada que parece que en cualquier momento va a despertar. Los lugareños han tejido en este casi un siglo toda clase de leyendas sobre el maniquí, siendo la más popular la que señala que lo que se exhibe es un cadáver que, además, trae buena suerte a las novias que se compran un vestido que ella ha modelado.

¿Y si el loco de la canción De Cartón Piedra de Serrat no pasó por Andalucía sino por esa calle y se enamoró de Pascualita y se la llevó a su portal y bailó con ella… “un, dos, tres, un, dos tres/ todo daba igual/ y yo hablaba de nuestro futuro/ y ella lloraba en silencio, os lo juro…/ y entre cuatro paredes y un techo/ se reventó contra mi pecho…”

La mujer de blanco que cruza las calles de San Francisco Chimalco llorando y gritando, y la otra, también de blanco, que modela, enigmática, trajes de novia en una tienda de pueblo, son la misma que simboliza la vida y la muerte, el placer y el dolor, la desesperación y la fe, el cautiverio y la libertad, y a la que, virgen o ramera, Neruda canta con infinita ternura: “Mujer, yo hubiera sido tu hijo por beberte / la leche de los senos como de un manantial…”

Jorge.alania@gmail.com

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