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La madre de todas las crisis

Fecha Publicación: 05/01/2019 - 21:30
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Las personas, como las empresas y las instituciones, pasan por una o varias crisis durante su vida organizacional. Pero más allá de las mismas, lo importante es superar la crisis, en un tiempo prudencial y sacando lecciones de ellas para el futuro. De las crisis, debe obtenerse la suficiente experiencia como para crecer y madurar, como personas o como instituciones.

Por tanto, las crisis deben gestionarse, no se puede dejar al azar un asunto tan importante para la vida de las instituciones. Las crisis se producen siempre por el debilitamiento de los vínculos: de una falta de entendimiento que se convierte en una falta de tolerancia y finalmente en la aparición de grupos de interés y activistas que ponen bajo presión a las personas e instituciones que las afectan.

Una vez producida la crisis, es necesario enfrentarla, con la verdad como clave, porque de lo contrario rápidamente se convierte en una bola de nieve que al rodar se hace cada vez más grande. Implantada ya en el imaginario popular, en la opinión pública, no interesa si la crisis se ha producido por una falta más o menos grave o por una mala interpretación de los hechos, estallará como una bomba de tiempo llevándose por delante tirios y troyanos.

La “conducta humana” dentro de las empresas y organizaciones es una de las principales causas de crisis, porque vivimos en una época en que “la palabra” no vale lo que significa, los liderazgos escasean, la “autenticidad” es de “locos” y las relaciones entre las personas y entre las organizaciones se vuelven gaseosas.

Por otra parte, hay crisis que son como “la madre de todas las crisis” y esa es la crisis que han producido las empresas constructoras, lideradas por las brasileñas. Las crisis deben enfrentarse con la verdad y toda la verdad por delante, porque todo lo que se haga por ocultarla o disfrazarla se convertirá en un “carnaval” que va a entretener a las galerías por una tarde, pero no más. Las galerías siempre piden la verdad, cuando se sienten defraudadas y engañadas en sus expectativas, principios e intereses. Es lo que sucede con el pueblo peruano.

Por ese motivo, contrariamente a lo que piensan algunos como el periodista Gorriti que dirige IDL, opinamos que las empresas constructoras que han producido una crisis interminable en los últimos años en el Perú, hasta bajándose un presidente constitucional, no solo tienen que pagar lo justo al Estado Peruano, lo equivalente a lo defraudado, sino que no pueden seguir contratando con el Estado, como hasta ahora, porque la sanción debe ser enérgica para “todos”.

Los peruanos no podemos permitir que estas empresas quieran seguir ocultado la verdad y toda la verdad; o en último caso, quieran “venderla como cualquier mercancía” al mejor precio, siempre que la Justicia Peruana les ofrezca beneficios vip y el Gobierno las deje seguir “trabajando”, porque de lo contrario: callan, mienten, ocultan parte de la verdad y, además, aseguran –a través de sus voceros–que sin ellas la economía peruana se cae.

Los peruanos necesitamos recuperar la confianza en el sistema democrático y las empresas y las instituciones, pero si los causantes de esta “madre de todas las crisis” se niegan a enfrentar la verdad, seguiremos hundidos en la desconfianza.