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La madre o creer en lo valioso del mundo

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Fecha Publicación: 09/05/2025 - 21:50
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El Día de la Madre es una fiesta que da noticia de que las celebraciones son afirmación y confirmación de todo lo bueno que entrama la vida en familia. La madre es la principal causante e inspiradora de las fiestas en casa. Con y a través de ella, se celebra la vida y el amor. Es la portadora del regalo por antonomasia que recibe el ser humano: la vida. A partir del gran don que es el existir, se derivan otros muchos que sería largo enumerar. No obstante, en esa decisión y participación de la madre reverberan destellos de esplendidez.
Ante un mundo opaco y decadente, ella apuesta por traer una vida singular y novedosa. Ante la caducidad de los proyectos y compromisos, la madre apuesta por un futuro que lo sostiene con su entrega generosa. Ante el egoísmo en la transmisión de ideales, la madre apuesta por las tradiciones, los valores y costumbres familiares. El trabajo, los desvelos, el cansancio y los sacrificios, la madre los olvida ante la sonrisa o la gracia de su hijo. ¡Es pura munificencia que se desborda en cada acto maternal!
En suma, el pesimismo de muchos se diluye ante la luz que irradia el amor de una madre que ve retos donde otros ven problemas. ¿Esta visión de la madre es un fútil ensueño que se desvanece al clarear el día? Pareciera que sí, pero definitivamente no. Porque es su amor el que interviene con innumerables gestos, signos y símbolos que no banalizan su apuesta porque tiene la convicción de que lo bueno de este mundo debe ser experimentado por su hijo; y, que para este mundo, es bueno que su hijo exista.
Desde el preciso momento en que nace un hijo, una madre exulta de gozo y, con mirada tierna y caricias acogedoras, le dice: ¡qué alegría es tenerte entre nosotros, con tu presencia llenas el hogar!
La madre específicamente recrea la naturaleza, no solo porque la continúa con sus facultades superiores (conocer, querer y elegir), sino porque además, la impregna de amorosa humanidad. Entre los seres vivos, el hombre es quien más tarda en valerse por sí mismo. ¿La madre no es aquella que dignifica en primera instancia al ser humano? ¿No es la que le enseña a dominar sus instintos, con un horario y unos procedimientos? ¿No es aquella que enseña al niño a dar, a mostrarse y ayudar?
El tiempo efectivo que le dedica es notorio y exclusivo. Sin esa dedicación, su configuración como persona se tornaría lenta y sufrida. Una madre, al cuidar, acoger, darle ternura y dialogar con su hijo, le revela la importancia de su condición de persona. La madre no solo lo exalta y encumbra como persona a su hijo, sino que además lo introduce gradualmente en la cultura, gracias a la cual podrá definir su mundo, expresar sus sentimientos y formular sus juicios.
¡Muchas gracias y feliz día, madres!

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