«La maratón en Pampa Galeras»
La vicuña siempre luce su esbelta figura y sus ojos de capulí y es la reina de las altas punas. Siempre la vemos corriendo, imponiendo su velocidad, a pesar del terreno agreste. Nuestros indefensos animales, uno de los cuales lucimos en nuestro escudo nacional, lo están pasando muy mal. Son perseguidos por los cazadores furtivos que van tras su finísima fibra y, para mayor desgracia, ahora están siendo atacados por la sarna, una implacable plaga que, literalmente, los está borrando del mapa ante la indiferencia de todos los que tenemos la responsabilidad de protegerlos. Es muy poco o nada lo que se está haciendo, todo el presupuesto se pierde en la burocracia de los entes estatales. Al final, ellos se hacen de la vista gorda y punto. No pasa nada: las vicuñas no votan.
Sin embargo, desde la orilla más difícil, pero la más efectiva, algunos esfuerzos singulares llaman nuestra atención y nos emociona que sea a través de la literatura que se busque llamar la atención sobre este grave problema. Este breve cuento “La maratón en Pampa Galeras” está ambientado en el mismo lugar de los hechos, en las altas punas de nuestros Andes, y los personajes son animalitos que comparten el mismo hábitat. No imaginan ustedes todo lo que sucede entre la astuta taruca, el noble guanaco y la bella y coqueta vicuña, quienes participan de una carrera para demostrar quién es más veloz. Acuerdan elegir como juez a la siempre lista vizcacha; también deciden el premio: una deliciosa cena en los humedales de la Reserva.
Todo se desarrolla en armonía tal como se hace en el día a día de nuestros Andes. Al final, ya saben quién gana, y ella, muy solidaria, invita a todos los animales al banquete, regalándonos un claro ejemplo de sana y fraterna convivencia que hace tiempo los humanos perdimos.
Felicito a la maestra Benilda Leuyacc, autora de este hermoso cuento para niños, quien tuvo la magia de hacerme volver a mis días de niño, a esos días en que daba lo mismo disfrutar de las melodías de las cascadas de agua, enamorarse durante las cosechas de maíz o simplemente correr tras las vicuñas, que era lo mismo que mirar o correr tras las estrellas. Para quienes tuvimos la dicha de vivir en los Andes, esto significa mucho y esta maratón en las alturas renueva mis sueños, nuestros sueños, sueños que quisiera que sean sueños de la niñez del Perú y del mundo.
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