La Modernidad y los Partidos
El mito, la narrativa, la fábula construida alrededor de Fuerza Popular como ejemplo epónimo de un partido moderno terminó en apenas un minuto de diálogo filial padre-hija: “Papi, ¿de verdad quieres volver a ser presidente? Sí hijita. Si a ti no te molesta. Claro que no, papi”.
De allí al anuncio de Alberto Fujimori como candidato de Fuerza Popular a la presidencia de la República no demoró más tiempo del necesario para alistar la maquinaria de información y desinformación necesaria para asegurar “la máxima difusión” de la decisión del partido. De Fuerza Popular??? No que Fuerza Popular es un partido moderno, organizado según férreos principios y respetuosos de las instancias partidarias????
Pues bien hasta aquí llegó la fábula. Con su decisión, mejor dicho, con la forma cómo se gestó la decisión, quedó claro que Fuerza Popular de moderno no tiene nada. Y que en ese sentido no es mejor ni peor que APP de César Acuña, Somos Perú de Patricia Li, Perú Libre del prófugo delincuente Vladimir Cerrón o Podemos Perú de José Luna.
Se trata de partidos ahincados en las formas y taras de los siglos XIX y XX, y por lo tanto desconectados de los requerimientos de representación de una ciudadanía que asiste impávida en este primer cuarto del nuevo siglo a la degradación de la democracia como sistema de gobierno, el menos malo de todos los que existen.
Para mirar al futuro de los partidos políticos, recordemos dos frases hechas para caracterizar la democracia a la peruana: “una democracia sin partidos”, y “partidos sin democracia”. Aquí están planteados los retos: democratizar los partidos y con ello, fortalecer la democracia. Y planteada también está el esquema de solución: crear partidos con estructura, doctrina, planes de gobiernos actualizados constantemente.
Desarrollar de manera permanente y no solo en etapa electoral, canteras de equipos técnicos y políticos, así como mecanismos de participación partidaria que se condigan con las nuevas formas de comunicación del siglo XXI, es decir, las redes sociales y su inmensa capacidad para reducir las distancias entre representantes y representados.
Además, crear y sostener mecanismos de decisión partidaria transparentes y efectivos para asegurar que la voluntad de sus miembros sea la que oriente las decisiones del Partido, en particular, a la hora de decidir quiénes deben representarlos en las distintas competiciones por voto popular.
Son estas las características de un partido moderno, y son estas las características que harán de los partidos de nuevo cuño –no los “tradicionales”, con sus formas anti democráticas– la base fundamental de una renovada democracia a la peruana.
El país requiere este tipo de partidos con máxima urgencia si hemos de construir un Perú Moderno.
(*) Congresista de la República.
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