La ONU necesita adaptarse al nuevo escenario mundial
La invasión de Rusia a Ucrania, iniciada el 24 de febrero de 2022, reconfiguró el tablero geopolítico mundial y dio pie a situaciones cada vez más complejas que vienen generando un aumento de tensiones entre los grandes bloques de países, que si bien para efectos prácticos puede entenderse simplemente como occidente contra oriente, las relaciones existentes son mucho más complejas, pues del lado occidental encontramos a países asiáticos y muchos países que podrían ser considerados como parte del bloque oriental, simplemente son neutrales o tienen intereses geopolíticos y de posicionamiento regional propio.
El atentado terrorista del 7 de octubre de 2023 contra población civil israelí, que dejó un saldo de más de mil doscientos civiles muertos y más de doscientos secuestrados, parece ser consecuencia de este incremento de las tensiones. En la práctica, se abrió otro nuevo frente de combate al que “occidente”, no podía darle la espalda.
Si bien las políticas establecidas por el gobierno israelí en respuesta a este atentado terrorista han sido criticadas por la cantidad de daño colateral (bajas civiles) que han implicado, y han traído una respuesta comunicacional exacerbada por el antisemitismo imperante en ciertos sectores de la población mundial, estas circunstancias deben ser leídas en el contexto de guerra híbrida que es la metodología actual de accionar en conflictos bélicos.
Se considera que la toma de universidades en distintos países del mundo por parte de civiles pro-palestinos, en las cuales se ha registrado discursos antisemitas que han incluido agresiones e impedimento de ingreso a clases a estudiantes y docentes judíos, es parte del proceso de la guerra híbrida que lleva a cabo Irán, que en el terreno de combate no ha logrado nada significativo, pero sí en el ámbito propagandístico, fomentando narrativas antisemitas y antioccidentales que parecen haber calado fuertemente en distintos sectores de la población, incluso a nivel institucional, complicando a la diplomacia israelí.
Hace una semana, con 143 votos, la Asamblea General de la ONU solicitó que Palestina pudiera sumarse a la organización como un miembro de pleno derecho, algo que tiene que pasar por el Consejo de Seguridad, a lo que Estados Unidos aseguró que vetaría la propuesta. Ante esto, el representante de Israel tuvo palabras muy duras contra la organización, pues su Estado considera que esa votación implica premiar los actos terroristas del 7 de octubre.
La actuación de la ONU en el contexto de ese conflicto en particular ha sido muy criticado, pues se considera que su accionar institucional contribuye al deterioro de sus propias estructuras, mostrándola como una institución incapaz de lograr resultados reales de pacificación.
La ONU, además, emitió distintos comunicados con cifras falsas proporcionadas por Hamás, por lo cual brindaron un importante apoyo (indirecto) a la campaña propagandística del grupo terrorista. Por otro lado, y mucho más grave, es que ha quedado demostrado que gran parte del apoyo que se brindaba a Palestina a partir de la institución de la ONU específica para eso (la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo - UNRWA), fue destinada a la compra de armas y la construcción de túneles del grupo terrorista Hamás, desprestigiando su función de ayuda humanitaria.
Nos encontramos en un nuevo escenario global, al cual la ONU tendrá que adaptarse si no quiere quedar desfasada por los regionalismos que no dejan de aparecer, y cada vez más armados, haciendo que la tensión mundial siga incrementándose, lo que abre la posibilidad de que aparezcan más focos de conflicto bélico a lo largo del planeta.
Lo único que parece obvio, es que las grandes potencias que actualmente luchan por la hegemonía mundial, tienen claro que destruir el mundo a bombazos no implica ganancias para ninguna de las partes, por lo que los conflictos focalizados, de desgaste moral y económico, sumado a las guerras comerciales, son los mecanismos que más probablemente imperen los años venideros.
Por lo pronto, el avance de las tropas rusas al norte de Ucrania ya se detuvo, y la ayuda militar desde occidente (OTAN) ya viene llegando. Hace un par de días, el Secretario de Estado de EEUU, dijo que Ucrania tiene libertad para hacer lo que mejor considere con el armamento que se le viene enviando, algo que no se había dicho antes, pues la OTAN había sido muy cautelosa respecto al uso de sus armas contra territorio ruso. En respuesta a estas declaraciones, Ucrania inició bombardeos hasta ahora no registrados en estos dos años de guerra a bases rusas; todo a pesar de las amenazas (cada vez más vanas) del gobierno ruso de utilizar arsenal nuclear.
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