La Opinión Pública
Fundamentalmente la opinión pública es un fenómeno social y cultural. Es un juicio de valores que va y viene, crece y disminuye en un constante pendular, tanto más sensible y notorio cuanto mayor sea la efervescencia política y social. Cuando se trata de una decisión ciudadana (pensante y no manipulada) de una manifestación colectiva sobre algo transcendente para la vida nacional o de la expresión libre, voluntaria de un pueblo, surge de manera visible y variada una opinión pública.
Sin embargo, contrariamente a lo que muchos suponen, aquélla no es la suma de opiniones individuales…; no es el resultado de la aglutinación de juicios personales. Es más que esto; es una fuerza que puede llegar a ser incontenible, aunque no necesariamente homogénea en todo su contenido. La opinión difiere de la actitud colectiva por su naturaleza psicológica. Para que se exprese y funcione con todos sus efectos se necesitan varios factores determinantes, entre ellos: realidades concretas; subjetividad para calificar, juzgar, apoyar o criticar adversariamente; y el elemento capaz de provocar -como “detonante”- la aparición de la opinión pública.
Sólo hallamos dos elementos efectivos para ello: los líderes (que hoy en nuestro país ya no existen) y los medios de comunicación social.
La opinión pública no puede existir sin democracia, sin sufragio universal y sin pluralidad de organizaciones políticas (ya que partidos desaparecieron de nuestra escena política) -aunque el número de estos sobrepase todo razonamiento lógico- (todos quieren ser presidentes del Perú o congresistas).
En una democracia la decisión política pensante, presupone, mediante instituciones pertinentes -entre ellas un Congreso de la República y una prensa realmente libre- un proceso de formación de la opinión y de la voluntad en el que la participación pública llegue a ser visible y decisiva.
Cómo piensa la gente acerca de algo, cuál es su comportamiento al respecto y su adhesión o rechazo, actitudes y propuestas, son, entre otras, las principales causas que originan lo que deviene en opinión pública.
La opinión pública germina en las diferentes clases sociales de manera muy distinta, porque cada clase social, a la vez, se caracteriza por un nivel cultural, un consenso respecto a la jerarquía de valores supremos y una posición económica -desgraciadamente- muy desigual. Estadística y psicológicamente está comprobado que la clase media es la más idónea para aportar una opinión pública mayormente cierta y coherente. Esta verdad lleva a muchos gobiernos a eliminar dicha clase o reducirla a su mínima expresión (allí estaba Pedro Castillo y su inefable entonces Aníbal Torres, presidente del Consejo de Ministros, victimizándose como resentidos sociales y hoy vemos como han terminado).
La clase media anda desapareciendo, de tal modo que a la masa entera se impone, en trágica dualidad, una oligarquía servida por “expertos” y que solamente la ética cristiana que piensa que la sociedad existe antes y después del Estado, permite la constitución de grupos autónomos de vida social.
Estás ideas tal vez puedan servir para nuestro pensamiento cuando se trata de un aspecto verdaderamente importante y decisivo como es la opinión pública y en forma muy especial expresada mediante la palabra escrita y hablada y de los medios de comunicación social.
¡Hagamos la prueba en el año que recién empieza!
A todos y cada uno de ustedes que tengan un Feliz Año y gracias por su preferencia.