La paradoja de la nueva Constitución
Mucho se habla de una nueva Constitución como si fuera un libro de conjuros, hechizos, rituales y sortilegios mágicos que mejorarán la vida de todos con solo escribirlos, pero lo que nadie dice es que si colocas los requerimientos que diferentes grupos de interés solicitan como un derecho, pues esto llevará a quitarle derechos a otros, sobre todo cuando hay carga ideológica y prejuicios incrustados. No hay duda que mientras más solicitudes interesadas se conviertan en derechos constitucionales más perjudicial será para los más pobres, por eso no hay que confundir intereses con derechos; por ejemplo, este gobierno dice que hay que cambiar la Constitución en el capítulo económico para solucionar los problemas de salud, pero en la Constitución la salud ya es un derecho, además ¿qué podríamos colocar en la Constitución en el capítulo económico siguiendo el ejemplo de algún país comunista o socialista que incentive la inversión?
Hay que dejar claro que Perú tuvo dinero suficiente para enfrentar la pandemia gracias al modelo económico que permitió la inversión con la que se hizo caja por 20 años, de hecho, éramos el tercer país con más reservas en Latinoamérica. Otra cosa es que la gestión ha sido desastrosa los últimos 20 años, como lo sigue siendo hoy. Por eso los resultados objetivos de la pandemia han sido lamentables, y esto tiene que ver con la capacidad de la gente que se encargó de gestionar, no de la Constitución. Y punto aparte lo que deberíamos estar haciendo es incentivar a que la gente más capacitada entre en la actividad pública para salir de esta crisis en que nos encontramos.
Sin llenarnos de tecnicismos es ingenuo pensar una nueva Constitución eliminará los problemas reales que la gente más pobre tiene día a día como son la delincuencia, el sicariato, la crisis económica, la inflación, la falta de agua y desagüe, entre otros. Discursos populistas tratan de desviar la atención de la gente diciendo que 200 años de ineficiencia serán cambiados por esta Constitución mágica, pero a estas alturas ya todos se van dando cuenta que esta no es la solución y más bien parece una excusa para ocultar incapacidad de gestión después de nueve meses de gobierno.
La paradoja es sencilla, no puedes ganar sin perder algo con una nueva Constitución llena de intereses. Más aún cuando en el Perú y el mundo en general hay búsqueda de intereses más que de derechos. Lo que es seguro es que si no generamos crecimiento no alcanzará para todos, y el descontento crecerá cada vez más, y como decía Abraham Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.
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