La patria es el idioma
La patria es el idioma. En estos días, del 21 al 26 de octubre, asistimos a la XIV Jornada denominada “Futuro en Español”, llevada a cabo en el “Círculo Logroñés”, en Logroño, La Rioja, España. Se trata de un encuentro académico creado por la Fundación Vocento en el año 2011. Este año estuvo organizado por la Fundación Vocento, el Diario La Rioja, el Ayuntamiento de Logroño y la Fundación San Millán de la Cogolla, y estuvo dedicado a la reflexión “sobre los valores compartidos por América Latina y España y el idioma que nos une”. El idioma hace que me sienta en mi país, en mi casa. En España me siento igual que en Perú, por el idioma español. Los humanos empezamos a hablar en diferentes lenguas cuando empezamos a vivir en diferentes geografías. Pero el idioma español nos une. El español forma parte de la familia indoeuropea. Antes se hablaba el ibérico, lenguas celtas, lenguas tartésicas, lengua fenicia, euskera o vascuence. Nuestra vida en español transcurre en un espacio y en un tiempo. En Perú, como en toda América, antes del siglo XVI no se hablaba español. Pero en la península ibérica, es decir, en el territorio de lo que hoy es España, tampoco se hablaba español antes del siglo III antes de Cristo. La península pasa a formar parte del mundo cultural romano. Los habitantes de Hispania tomaron al latín como su lengua, en concreto no el latín clásico, sino el vulgar de los comerciantes y soldados. El español es una lengua romance, surgida del latín, como el francés, el italiano, el rumano, el portugués, el catalán y el español. Al mezclarse con las lenguas locales, el latín vulgar, el latín que hablaba el pueblo, se formaron varias lenguas, entre ellas el castellano. Con las invasiones bárbaras se incorporaron palabras germánicas. Los árabes conquistaron la península y se quedaron por 700 años; se dio origen a las llamadas lenguas mozárabes, que contribuyeron al idioma español con unas 4,000 palabras. Recién en el siglo XIII, Alfonso Décimo, “el Sabio”, estandarizó el castellano medieval, dándole importancia al dialecto de Toledo. Justo en 1492, los Reyes Católicos Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón se unen y expulsan a los árabes y hacen del castellano el idioma oficial. Los eruditos unifican su gramática y ortografía. En el Siglo de Oro surge el español áureo que, aunque unificado, presenta diferencias regionales. Cuando España llega a América, el castellano se mezcló con nuestras lenguas originarias, como el quechua y el náhuatl. Los latinoamericanos viajamos en el lenguaje, como viajan hacia el español las palabras, como papa, caucho, cóndor, propias del quechua; como tamal, chicle, tomate, tiza, propias del náhuatl; y como hamaca, canoa, barbacoa, propias del taíno. Las personas somos como las lenguas que hablamos: estamos vivas y en constante evolución e intercambio. Hoy el español es hablado por aproximadamente cuatrocientos millones de seres humanos. Es la segunda lengua más hablada, tan solo después del chino. De la Jornada “Futuro en Español”, debo destacar la mesa titulada “El poder de la palabra”, que contó con la participación central del escritor y político nicaragüense Sergio Ramírez, que recibió el Premio Miguel de Cervantes en el año 2017. Ramírez vive en España en calidad de deportado, de su país, pero no del lenguaje. Jacques Lacan dice que el sujeto es lenguaje. Al revisar el yo de Freud, casi afincado en el cuerpo de la persona, lo que hace es desterritorializar al cuerpo, para hacer que el territorio sea el lenguaje. Como Ramírez, lacanianamente, yo soy mi lenguaje, y no me siento un extranjero en España, porque hablo español conmigo mismo, con los demás y con Dios. La patria es el idioma.
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