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La peor época

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Fecha Publicación: 02/03/2020 - 20:30
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Nada describe mejor a la Peste Negra de 1347-1353 que la pintura de Brueghel, “El triunfo de la Muerte”. Tras la hambruna y una gran guerra el mundo parecía destruirse y no fue el azar, fue (si no lo sabe) la primera guerra bacteriológica. Cuatro años antes que la peste tocara Europa, el kan de Kipchak, vio el momento de recuperar los territorios mongoles tomados por los europeos por comercio.

Aunque avanzó, no pudo expulsar a los italianos de Caffa. Una extraña enfermedad diezmaba a los mongoles. Cuando el Kan no encontró entrada, sus muertos fueron lanzados con catapultas por encima de las murallas. Los italianos tomaron contacto con la enfermedad y la llevaron en sus barcos a Europa.

Como en toda epidemia, se inventaron decenas de causas, para variar se persiguió a los judíos, culpados de envenenar las aguas. Una de las causas variables fueron los miasmas, por lo que la enfermedad “se respiraba”. Los médicos fracasaban, las sanguijuelas dejaron de ser opción, ellos mismos caían, caían conventos, príncipes, nobles, pobres y campesinos. La peste no diferenciaba y todos huían, los padres abandonaban a sus hijos, los viejos se consumían por el hambre. Fue una peste devastadora con un índice de mortalidad más que alto. Pronto, muchos llegaron a creer que era un castigo de Dios, lo que llevó a la siguiente consecuencia. Grupos de monjes flagelantes recorrían los pueblos, esquivando los cadáveres que nadie se atrevía a recoger, asumían que el mal provenía de la culpa. El Papa Clemente VI los sancionó como herejes (por cierto, el Papa sobrevivió sin saber de las pulgas porque se encerró entre fuegos, ahuyentó a los malos espíritus, pero también -sin saber- a las ratas vectores). Si cree que la teoría de la conspiración es un tema de YouTube, mire que no.

Petrarca anhelaba que pasara el tiempo rápido, Boccaccio se refugió en la escritura, de allí El Decamerón. Se dice que Okham murió en Munich. El pensamiento habría de cambiar, quizás tanto que el Hombre dejó de centrarse en la divinidad para buscar respuestas en sí mismo. No se ha leído, pero el Renacimiento fue la reacción, volver al vigor de Grecia y Roma, tentar la ciencia, el antropocentrismo y el individualismo. Despecho, reacción. Ubíquese en aquellos años y piense si, realmente, los cuatro jinetes del Apocalipsis sobrevuelan hoy el techo de su casa. Ha habido peores. ¡Y qué peores!