La pirómana “segunda” reforma agraria
“Si el Congreso no aprueba las leyes de la ‘segunda’ reforma agraria, mandaremos a su casa a los congresistas y el pueblo elige a nuevos representantes”, gritó desaforado en quechua un atorrante primer ministro trajeado de lo que nunca fue, representando al régimen Castillo. Más claro: el poder Legislativo hace lo que le ordene el Ejecutivo o lo disolvemos. Si esto no es dictadura absoluta, entonces que nos parta un rayo.
Esta historieta de la “segunda” reforma agraria suena a que la primera fracasó. Y fue así, porque lo que mal nace mal acaba. Quien roba propiedad ajena para entregársela a una persona con el compromiso que lo respalde permanente, axiomáticamente en el poder, tiene asegurado el fracaso.
Después de 53 años de perpetrado el asalto agrario por el dictador Velasco Alvarado, los campesinos no sólo están económicamente más pobres sino personalmente más abandonados.
Porque si antes el “patrón” era un hacendado que, mal que bien, subsidiaba el sustento del trabajador del campo, hoy el Estado –su auténtico patrón desde hace medio siglo- lo explota forzándolo a operar sin agua, títulos de propiedad, energía eléctrica, combustibles disponibles, carreteras para transportar productos al mercado, abonos, maquinarias para siembra y cosecha, etc. Además de ello, el campesino asume todos esos costos y el riesgo de sus faenas agrícolas.
La “segunda” reforma agraria es una apuesta pirómana lanzada 54 años después del golpe militar velasquista que arruinara el Perú. Al extremo que costó cuarenta años de sacrificios saldar sus consecuencias. Velasco dispuso que el campesino use como propia una infraestructura ajena: ingenios y empresas que pertenecían a particulares y tierras e instalaciones de agricultores privados.
¡Robo que nunca fue resarcido a sus dueños! Además, ese patrimonio fue destruido durante medio siglo debido a su infame uso y cero mantenimiento. ¿A cambio de qué gozaron los campesinos de esos activos? De apoyar un antidemocrático cambio de estructuras, calcado del modelo cubano por la dictadura cívico-militar sin fecha para dejar el poder.
En realidad, es una trapacería sostener que “el gobierno revolucionario le entregó al campesino la propiedad de la tierra que fue de los ricos”. ¡Porque en todo sistema comunista el Estado es el único propietario! Como aquel que impuso Velasco respaldado por las FFAA; o el que quiere promover Castillo “en representación del pueblo”, con apenas 18% de los votos en la primera vuelta electoral.
El aviso lanzado por Castillo comprometiéndose a una “segunda” reforma agraria es una cortina de humo del revanchismo senderista (alma mater del partido Perú Libre), para consolidar su dogma totalitario, parapetado detrás de una constituyente que sólo tiene un objetivo: implantar un desfasado régimen maoísta en pleno tercer milenio.
Escribíamos ayer, el país es testigo de dos atentados contra la Constitución (causales de vacancia presidencial) incitados por Castillo: chantajear al Legislativo, amenazando cerrarlo si no legisla como ordene el Ejecutivo, y mentirle a la presidenta de ese poder. Es tiempo que las fuerzas democráticas se alineen para vacar al provocador Castillo. Caso contrario, indefectiblemente Perú ingresará a la órbita comunista.
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