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La política exterior aérea y espacial del Perú en Alza

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Fecha Publicación: 13/09/2025 - 21:01
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Concentrarnos únicamente en la superficie terrestre (el suelo y el subsuelo que se interna en la plataforma continental en su porción submarina) y en el dominio marítimo (el Mar de Grau que va hasta las 200 millas), espacios de la soberanía del Perú, sería un error. La Cancillería así lo ha entendido, y por eso, en los últimos años, se viene avocando intensamente y con gran profesionalismo, en maximizar nuestra soberanía aérea (Artículo 54 de la Constitución), con una actitud pétrea y totalizadora de la defensa de la integridad territorial del Perú. Desde mis años mozos en el ministerio de Relaciones Exteriores, pude confirmar que el asunto de nuestra Soberanía Nacional, ha sido la carpeta temática bicentenaria de nuestro país. Era comprensible que así sea pues los países de América, durante la independencia, tuvimos dos principios para la definición territorial: el Uti Possidetis de Iure –conservamos el territorio que teníamos en el virreinato– y la Libre Determinación de los Pueblos (las poblaciones fronterizas decidieron a qué Estado incorporarse), produciendo una agenda compleja y conflictual con nuestros vecinos. Así, por ejemplo, con Ecuador (demarcación terrestre), que en 1998 dimos vuelta a la página, volviendo a la relación una de las de mayor integración en la región; y, luego, con Chile (delimitación marítima), resuelta por la Corte Internacional de Justicia, en una sentencia (2014), que fue una completa victoria peruana, normalizándose la vinculación bilateral. En ese contexto, la Dirección General de Soberanía, Límites y Asuntos Antárticos del Ministerio de Relaciones Exteriores, ha sido clave para velar por nuestra referida soberanía terrestre y marítima. Los tiempos han cambiado y nuestra convicción westfaliana que sustenta la defensa de nuestra soberanía clásica, conforme el derecho internacional, no solo debe ser fortalecida si no, adecuada y/o adaptada, priorizando el tercer componente de la soberanía peruana, que es la SOBERANÍA AÉREA y con ella, nuestros intereses en el espacio ultraterrestre. El dinamismo de Torre Tagle medido por sus resultados, que es lo más serio e inobjetable, es admirable: firma de acuerdos de servicios aéreos y otros por cerrar, con Finlandia, Corea del Sur, U.E., Italia, Arabia Saudita, El Salvador, Hong Kong, Jamaica, y el recientemente suscrito con Panamá, y negociaciones con Canadá, Brasil, China, nuestro primer socio comercial, y con Estados Unidos, no solo habiendo elevado el nivel estratégico de la cooperación espacial durante APEC que organizamos en 2024, si no, codeando al Perú con la NASA, y hasta haber logrado que seamos sede del Taller de los Acuerdos Artemisa para 2026, y por si fuera poco, el interés de Washington en nuestro Puerto Espacial en Talara, debemos relievarlo. No es casual que la presidenta del Perú anuncie la elaboración de la Ley de Soberanía Nacional en la que, a mi juicio, encajará como anillo al dedo, el componente aéreo de nuestra soberanía. Tiene lógica habiendo decidido una política de defensa nacional disuasiva (de paz), comprando 24 aviones de combate, y la priorización del ciberespacio (ciberseguridad y ciberdefensa), que colocará al Perú en un lugar vanguardista en la región. Así, la política exterior aérea y espacial del Perú, notoriamente acrecentada, debe ser reconocida por todos.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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