La productividad del Ande requiere de emprendedores quechuahablantes
Si usamos los nuevos vocablos tecnológicos, económicos, financieros, de sociedad y de Estado en quechua, se sienta la base para fomentar la generación de emprendedores andinos quechuahablantes digitales. Practicar estos vocablos en actividades productivas diarias, en la parcela familiar, en las comunidades y en actividades comerciales, incrementará, significativamente, la productividad de estas comunidades e impedirá que el quechua (ahora convertido en lengua viva) siga disminuyendo (de acuerdo a los dos últimos censos del INEI).
Para ello, el sistema educativo rural bilingüe debe funcionar bajo un enfoque a través del cual el estudiante construya su conocimiento y no solo recurra a la memoria. Esto permitirá al quechuahablante entender, en español y quechua, lo que lee, escribe y escucha, además de permitirle integrarse, tecnológicamente, a la Era Digital. El momento es oportuno, al disponer, recientemente, de vocablos tecnológicos, de economía y Estado en quechua, así como también de herramientas de programación en quechua, donde se articulan conocimientos de matemática, comunicación y ciencia.
A partir del 2017, el Ministerio de Educación comunicó que el niño tiene derecho a educarse en su lengua nativa; pero, de hacerlo con el quechua actual, que no dispone de vocablos tecnológicos, el remedio sería peor que la enfermedad, porque estaríamos formando analfabetos digitales en quechua. Lo mismo pasaría con la formación de nuestros emprendedores andinos quechuahablantes, si no incorporan vocablos tecnológicos y económicos a su formación y quehacer como emprendedores.
Actualmente, más de 1.2 millones de niños reciben clases bilingües en castellano y quechua. El ministro de Educación, Juan Cadillo, ha asegurado que en 2022 habrá 60,000 profesores bilingües. Esperemos que recurran al quechua enriquecido con vocablos de tecnología, economía y Estado y que utilicen el software libre Scratch en quechua, que articula conocimientos de matemática, comunicación y ciencia.
En el transcurrir de las cuatro últimas décadas, se ha multiplicado la actividad (pública y privada) de apoyo social y productivo en las áreas rurales. Sin embargo, no se ha considerado la barrera lingüística, agudizada por la falta de vocablos económicos y tecnológicos en quechua de las eras Industrial, Analógica y Digital, por lo que la productividad es totalmente inexistente.
Los nuevos vocablos también deben ser utilizados en las intervenciones de inclusión económica, para proporcionar a los hogares andinos quechuahablantes, herramientas que les permitan vincularse de manera más eficiente a las nuevas oportunidades de negocios. Por ello, se necesita un proceso de alfabetización digital en quechua y también en español, debido a la deficiente educación andina, donde terminan primaria, y/o secundaria, sin entender ni el español ni el quechua.
El emprendedor andino, en lo posible, debe ser parte de la comunidad, haber estudiado primaria y si es posible secundaria. Debe ser bilingüe, aceptar retos, ser proactivo, buscar siempre la rentabilidad, y estar dispuesto a ingresar al mundo empresarial, utilizando vocablos tecnológicos y económicos en español y quechua. Además, debe ser permeable al cambio. Recordemos que, así como en la China, con 200 lenguas, muchas con escritura, tecnológicamente optaron por el Chino Mandarín, toca ahora al Ande transitar tecnológicamente por el quechua sureño (por ser la lengua más hablada), manteniendo, para las actividades familiares y sociales, la lengua de su localidad.
Además, para las comunidades campesinas, el Estado debería costear la formación del emprendedor andino y brindarle un servicio permanente de acceso a internet, y a contenidos Web bilingües (español-quechua), incluyendo aulas virtuales interactivas, con lo cual se facilitará la comunicación para tomar decisiones informadas. Esto también contribuirá a que se entienda que el smartphone no solo es un medio de comunicación, sino también una computadora.
Esto convoca la articulación de los distintos sectores del Estado (cultura, educación, producción, inclusión social y otros ministerios), porque el principal problema a resolver es el lingüístico.
La lengua quechua (hablada por aproximadamente 4 millones de peruanos) se centraliza en Áncash, Ayacucho, Huancavelica, Apurímac, Cusco y Puno, donde casi un 50% de la población es, únicamente, quechuahablante, y al mismo tiempo, es parte de la Población Económicamente Activa del Perú que no tiene oportunidades de producir con eficiencia.