La reconciliación siempre será una buena opción

Un promedio de 15 mil familias se quiebra en el Perú cada año, cuando las parejas firman el acta de divorcio después de largos meses o años de peleas. Pero lo que más se quiebra o se rompe es el corazón de los hijos e hijas que suelen estar en medio de un conflicto que los deja muy heridos.
Cuando hay agresiones verbales y físicas, se sueltan calificativos durísimos que los hijos escuchan y que su subconsciente asume erróneamente como propios. Por ejemplo, si constantemente un hombre tilda a su esposa como “pesada, loca o fea”, la hija asumirá equivocadamente que ella es así. La verdad es que ambas son hermosos seres únicos e irrepetibles, pero esas peleas dañan su autoestima.
En otras ocasiones ocurre que los hijos repiten el mal ejemplo del padre agresor, insultando a su madre, descalificándola o ignorándola de la misma manera e incluso usando los mismos calificativos.
Si alguno fue infiel en la relación, seguramente desquitará su frustración y sufrimiento contra los hijos, insultándolos, golpeándolos, ignorándolos y hasta abandonándolos.
Si tú estás en medio de una crisis de pareja, busca ayuda urgente, habla con tus familiares o amigos cercanos. Llora, grita o tira piedras frente al mar o río, pero no te desquites con tus hijos ni les hables mal de su padre o madre. Tampoco los maltrates ni los uses como intercomunicadores o mediadores. Aléjate de tu pareja por un tiempo si es necesario hasta que puedan conversar calmados y logren acuerdos que prioricen el bienestar de todos. No discutan delante de los hijos y, de ser posible, busquen un conciliador.
Cuando una familia está en crisis, necesita soporte socioemocional urgente. Es importante que los abuelos y otros familiares o especialistas intervengan, porque tanto la pareja como los hijos requieren ser escuchados y asesorados para encontrar vías de solución a los problemas.
Según el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil – RENIEC, en 2023 hubo 16,538 divorcios. El promedio tenía 17 años de casados. Y el 18 % tenía más de ¡31 años juntos! Si hubieran encontrado consejería adecuada y oportuna por parte de su familia, el Estado, sus empresas empleadoras, iglesia o de la escuela de sus hijos, quizá alguno de esos matrimonios se hubiera salvado.
La familia es el mayor tesoro de la vida. Por eso, intentar la tregua y la reconciliación siempre será una buena opción. Ser padres nos exige aprender a madurar para resolver las diferencias a través del diálogo. Incluso, si están separados o divorciados, es necesario restablecer el diálogo y la cordialidad.
Siempre demuestren a sus hijos que su amor por ellos es incondicional y que, aunque tengan dificultades de pareja, las tratarán de resolver pacíficamente por el bien de toda la familia. Si hubo ofensas, den buen ejemplo, pídanse perdón delante de ellos, asuman compromisos de mutuo respeto y cúmplanlos. Así ayudarán a ir sanando la memoria y el corazón de sus hijos y de ustedes mismos.
Les deseo una vida 100 % feliz. ¡Bendiciones!

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