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La república bajo ataque

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Fecha Publicación: 15/12/2022 - 23:20
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En 1931 Curzio Malaparte, el brillante periodista y escritor italiano, escribió “Técnicas de golpe de Estado”. Su tesis principal -en medio de una Europa y un mundo convulso en revoluciones y contrarevoluciones- fue que el golpe de Estado es más una cuestión técnica que política. No era pues necesario “esperar” como creía Lenin que se dieran las condiciones para tomar el poder. Bastaba con un puñado de hombres decididos y una estrategia clara que permitiera a los revolucionarios hacerse con los principales engranajes del Estado para conquistarlo y relevarlo. Tal fue la consigna de Trotsky cuando dio el putsh contra Kerensky y el gobierno provisional ruso. Unos cuantos escogidos tomaron las principales vías de comunicación (líneas férreas, puentes, aeropuertos, central de telégrafos, radio, etc.), guarniciones policiales, oficinas gubernamentales, centrales eléctricas, entre otros puntos neurálgicos. Kerensky, el “golden boy” del menchevismo tuvo que huir disfrazado de mujer del Palacio de Invierno y terminó sus días en Nueva York. Hubo una previa labor de propaganda y agitación sin precedentes. Stalin sacó las debidas conclusiones y cuando Trotsky le quiso dar el mismo golpe a él luego de la muerte de Lenin, el revolucionario judío, creador del Ejército Rojo, no pudo repetir el plato. Lo que está pasando en el Perú luego del fallido golpe del corrupto Pedro Castillo y sus secuaces es un contragolpe revolucionario como el que reseñaba en su libro Curzio Malaparte. Existe un plan que incumbe tomar todos los centros representativos del Estado como comisarías, Fiscalía, juzgados y medios de comunicación, así como activos estratégicos del Estado. Todo esto apoyado desde el extranjero como cuando el Kaiser Guillermo II envió en un tren blindado a Lenin y su gavilla comunista a la Rusia de su primo Nicolás II para que se armara la de San Quintín. Petro, AMLO, Fernández, Maduro y Arce consideran a Castillo como un preso político, siguiendo el guion de los comunistas locales que pretenden instaurar la narrativa inversa de que Castillo no dio un golpe de Estado, sino que el golpe se lo dieron a él. El plan es bastante simple. Liberar a Castillo apelando a todas las herramientas y resquicios legales del Estado de derecho y la democracia en la que no creen, para que el corrupto y golpista se ponga a la cabeza de la insurrección que se viene produciendo por parte de los comunistas. Como dice el prólogo del libro de Malaparte que tengo a mano: “cabe pensar que los neogolpistas se han adaptado a los tiempos y, es de temer, la propaganda ha dado paso al marketing, la toma de los centros de poder al control de las redes sociales, la diatriba desde el púlpito a la perorata en Twitter, la aniquilación física al descrédito público.” Seamos claros. Los comunistas quieren tomar el poder porque han perdido el poco gobierno que tenían. No se puede tener contemplaciones con ellos. Son subversivos y se les debe aplicar el máximo rigor de la ley civil, penal y marcial. Nada de diálogo. Fuego a discreción. La República debe prevalecer.

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