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La resurrección de Cristo, nuestra garantía

Fecha Publicación: 16/02/2019 - 20:50
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Queridos hermanos, estamos en el VI domingo del tiempo ordinario.

El profeta Jeremías nos habla en la primera lectura sobre la maldición del hombre que deposita su confianza en otro hombre, es decir, aquello que nos aparta del corazón de Dios. ¿Quién es el que nos ayuda realmente a amar, a dar la vida por el otro, a no ser egoísta, a buscar el interés en los demás? Es la gracia de Dios.

“Bendito quien confía en el Señor y pone en Él su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto”, nos dice la Palabra de Dios.

Damos respuesta a esta lectura cantando el primer salmo de la escritura, una antesala a los 150 salmos: “Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, y que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. Bendito el que contempla la Palabra de Dios, porque traerá descanso y tendrá paz”. Hermanos, debemos apoyarnos en Dios.

La segunda lectura es de la carta del apóstol san Pablo a los Corintios y nos dice: “Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿Cómo es que dice alguno de vosotros que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Hermanos, la garantía de que Cristo ha vencido a la muerte es su resurrección de entre los muertos, es Él quien ha vencido a la muerte.

Cantamos en el aleluya: “Alégrense y salten de gozo, porque la recompensa será grande en el Cielo”. Este canto nos muestra la certeza que poseemos los cristianos sabemos, que la vida no acaba con la muerte. Tenemos garantías y hechos que nos atestiguan que Cristo ha vencido la muerte.

El evangelio de San Lucas nos relata el momento en que Jesús subió al monte con los doce apóstoles y pronunció el Sermón de la Montaña, que es el Sermón del Rey de los Cielos, la carta principal de los cristianos: “Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.” Este es el ser de Cristo, estas bienaventuranzas muestran quién es Dios y la misión del cristiano.

“Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas”. Este es un mensaje muy esclarecedor de Dios para el hombre. Todos buscamos el beneplácito de los demás, la complacencia de los demás, el agradar al otro. Esto nos arruina y destruye como personas. Busquemos a Dios y seremos libres.

No busquemos el aplauso de los demás, busquemos la verdad porque sólo la verdad, nos hace libres. Esa verdad es Cristo y esto es lo que hace falta hoy para combatir la corrupción del hombre que habita en nuestros corazones.

Para eso ha venido Jesucristo, para que seamos libres y vivamos en felicidad. Creamos esto, hermanos. Les doy la bendición en este día.