La resurrección de las Tanta wawas
Pronto celebraremos el Día de Todos los Santos y de los Difuntos. Felizmente, en los lejanos pueblos enclavados en el Ande, todavía se conserva nuestra ancestral tradición. En estos días, las familias se encuentran preparando las Tanta wawas dejando todo listo para ofrendarlas a los seres que habitan en el otro mundo, para así compartir entre los que temporalmente nos hemos quedado en este mundo llamado Tierra.
Hasta hace algunos años, desde inicios de octubre, nuestros mayores, principalmente los varones, se ocupaban en la molienda del trigo y en abastecer leña, las mujeres iniciaban con el bordado de los manteles y en la decoración de canastas y mates. Los hornos artesanales eran remozados y acondicionados para atender las 24 horas. A esta tarea se dedicaban todos en el pueblo y ocupaba a toda la familia.
La preparación era una ceremonia muy esperada, cada familia guardaba el secreto bajo siete llaves, del cual solo puedo revelar sobre el encendido del horno con leño de queñua y matojos de pampa taya. El resultado final se notaba en los relucientes rostros de cada Tanta wawa, en las dulces miradas de pasas de uva, en su bien formado cuerpo adornado con diminutos caramelos de colores, pero sobre todo al aroma, único y original, que sabía a una pizca de anís y una pasada de ajonjolí y se sentía a los lejos. En suma, era la obra de arte y amor ideal, resultado del esfuerzo y dedicación. Llegado el día, la ceremonia continuaba con la preparación de la mesa donde se tendían las ofrendas una a una, mencionando a todos nuestros seres ausentes a quienes dedicábamos como muestra de la eterna unidad. La fiesta continuaba, porque los niños llevábamos para nuestros padrinos y demás familiares, sobre canastas o mates cuidadosamente adornados y cubiertos con los manteles bordados. En el camino, nos cruzábamos con otros niños que hacían lo mismo y eso nos hacía todavía más felices.
Hoy, en las ciudades, las Tanta wawas han resucitado, remozadas, adaptándose a la agitada vida. Muy a pesar de los falsos pregoneros, que anuncian el fin de la fortaleza y unidad familiar, la tradición continúa y nos resistimos a morir como las Tanta wawas. Nada impedirá que sigamos buscando caminos y medios para realizar la ceremonia de ofrenda a nuestros seres que habitan el mundo donde un día también llegaremos, porque donde estemos la familia sigue férreamente unida.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter e Instagram, y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.